Diez películas de terror para sorprenderse, maravillarse y, por supuesto, asustarse en estos días previos a Halloween. Hay para casi todos los gustos en terror: De suspenso, intriga, dobles malignos, hombres artificiales, demonios, brujería, la Muerte, adaptaciones literarias, pactos demoniacos... De vampiros no porque la única película silente del subgenero la incluí en una lista anterior de filmes de chupasangre.
Para los que no experimentan mucha atracción por el terror, acá también pueden verse algunos rostros agradables que arrastran hacia la pantalla: Conrad Veidt, Camilla Horn, John Barrymore y Lil Dagover.
De menos terrorífica a muy espeluznante, la lista:
10) Sombras
(Arthur Robison, 1923, Alemania)
Un rudo noble adinerado (Fritz Kortner) es presa de los demonios de ojos verdes cuando descubre que su bella esposa (Ruth Weyher) presta demasiada atención a un apuesto joven de rizos dorados (Gustav von Wangenheim). En una cena en el castillo, la coqueta dama flirtea con el joven y un trio de caballeros, llevando los celos del marido al paroxismo. La entrada de un mago ambulante (Alexander Granach) y su teatro de sombras chinescas convierten la reunión en una pesadilla premonitoria.
Filme completamente visual -no hay intertítulos- con ambiente onírico y alucinante, ritmo pausado, actuaciones teatrales y un magnífico juego de sombras. Envuelve e hipnotiza si uno se deja llevar.
9) El Gólem
(Paul Wegener, 1920, Alemania)
Cuando la comunidad judía de la Praga medieval es amenazada con la expulsión, el rabino Loew (Albert Steinruck) interviene creando una figura de arcilla con la forma de un hombre, El Gólem (Paul Wegener). Con sus conocimientos de magia negra el rabino invoca al demonio Astaroth para dar vida y poder al Gólem, y luego lo presenta al emperador. Este no se muestra muy dispuesto hacia ellos hasta que su palacio amenaza desmoronarse sobre la corte y el Gólem salva a todos. Sin embargo la criatura se cansa de servir y cuando el desagradable ayudante del rabino (Ernst Deutsch) le ordena deshacerse de Florian (Lothar Müthel), su rival de amores, deja salir su ira y comienza a sembrar el caos en el gueto judío.
Basada en el folklor judío europeo, El Gólem es una película con suntuosos decorados de un medievalismo gótico surrealista; las altas casas retorcidas y los ángulos imposibles de portales y calles crean una atmósfera tan inquietante como hechizante:
La silenciosa e intensa ira del Gólem hacia los hombres que lo usan de criado doméstico se expresa principalmente en su espeluznante mirada centelleante -¡¿cómo logró Wegener esa mirada?!-. Está harto de cortar leña, hacer las compras y de que lo activen y desactiven. Primero enseña los dientes al rabino, luego mata a Florian y finalmente rapta a la chica (Lyda Salmonova) y huye.
El imponente Gólem de Wegener es un claro precedente de los famosos monstruos de la Universal. El ya macizo actor aumentó su tamaño con un traje acolchado, botas de tacón alto, una gran hebilla de cinturón y esa voluminosa peluca de cemento. El conjunto consiguió el primer monstruo reconocible del género de terror.
(Fritz Lang, 1921, Alemania)
Una joven pareja de enamorados (Lil Dagover y Walter Janssen) hace escala en la posada de un pequeño pueblo. Un desconocido demacrado y sombrío (Bernhard Goetzke) se une a ellos y su oscura presencia destruye la alegría de los amantes. Es la Muerte y ha venido para llevarse al joven. La mujer suplica por la vida de su amado y la Muerte propone un trato: Deberá evitar la separación de tres parejas enamoradas en distintos períodos de la Historia; si lo logra, la Muerte le devolverá a su amado. ¿Podrá el amor ser más poderoso que la Muerte?
La primera obra maestra de Fritz Lang son cuatro historias de amor y muerte desarrolladas en escenarios fantásticos, idealizaciones gótico-románticas sobre las antiguas Persia, Venecia China y la propia Alemania. La belleza de estos lugares mágicos está impregnada de una enorme y palpable tristeza.
La historia principal es la más hermosa y poderosa. El cementerio, la posada, el enorme muro rodeando el huerto de la Muerte, la sala de las velas... Todo es un deleite visual. La personificación de la Muerte como un hombre cansado que se asienta en un pueblo perdido, es intrigante.
Con efectos sencillos como el montaje y la doble exposición, se muestran fantasmas atravesando un jardín y almas abandonando sus cuerpos. La lucha entre el Amor y la Muerte nunca ha sido mejor representada que en este bellísimo filme con una Lil Dagover soberbia en todas sus caracterizaciones de valiente enamorada. Para asustarse y enamorarse por igual.
7) El estudiante de Praga
(Stellan Rye y Paul Wegener, 1913, Alemania)
El estudiante Balduin (Paul Wegener antes del Gólem) es el mejor esgrimista de Praga y también el más pobre. Tras salvar a la condesa Margir (Grete Berger) de morir ahogada luego de caer de su caballo, Balduin se enamora de ella pero debe competir por su amor con el adinerado conde Von Schwarzenberg (Lothar Körner), primo y novio nominal de la rica heredera. Balduin necesita dinero y ahí entra el retorcido Scapinelli (John Gottowt), que le ofrece una enorme fortuna a cambio de cualquier cosa que encuentre en sus pobres habitaciones. Lo que parece un gran trato para el estudiante se convierte en una trampa cuando Scapinelli se lleva su reflejo en el espejo, que cobra vida propia y se dedica a perseguirlo y atormentarlo.
La vieja Praga con sus torres espectrales y su famoso cementerio judío, y el romanticismo de E.T.A. Hoffmann, Alfred Musset y Adalbert von Chamisso brindan un extraordinario ambiente gótico a la que se considera la abuela de las películas de terror. ¡Y es la primera película de lo que podría llamarse Edad de Oro del Cine de Terror Alemán! Imprescindible.
(Jean Epstein, 1928, Francia)
Allan (Charles Lamy) visita el castillo de su aristocrático amigo pintor Roderick Usher (Jean Debucourt), cuya esposa y modelo Madeleine (Marguerite Gance) agoniza lentamente. La dama sucumbe y es puesta en la cripta familiar con su velo de novia, pero la vida y la muerte se confunden y fusionan en la casa Usher y Madeleine regresa arrastrando consigo la condena y destrucción para el ancestral hogar.
Rostros distorsionados, cortinas ondulantes, corredores vacíos, pinturas antiguas, rincones a oscuras, velas parpadeantes... La delirante construcción ambiental de La caída de la casa de Usher es hipnótica, macabra, deprimente, morbosa y fascinante a la vez.
Película de enorme y aterradora belleza glacial, contiene una de las más hermosas e impresionantes imágenes del cine silente: Madeleine regresando de la tumba con su largo velo de novia agitado por el frío viento que envuelve la casa Usher:
5) Historias tenebrosas
(Richard Oswald, 1919, Alemania)
La Muerte (Conrad Veidt), El Diablo (Reinhold Schünzel) y La Prostituta (Anita Berber) emergen de los cuadros de un anticuario y pasan la noche leyendo los cuentos de miedo La aparición (Anselm Heine), La mano (Robert Liebmann), El gato negro (Edgar Allan Poe), El club de los suicidas (Robert Louis Stevenson) y El espectro (original de Oswald), cuya recreación conforma la película antológica.
-La aparición: Un hombre (Veidt) defiende a una mujer (Berber) de su abusivo y demente ex esposo (Schünzel). La lleva a un hotel y la deja sola, pero a la mañana siguiente la mujer ha desaparecido y todos aseguran que nunca estuvo ahí.
-La mano: Dos libertinos (Veidt y Schünzel) se juegan la posesión de una chica (Berber); el perdedor estrángula a su rival y huye, mas este lo acecha tras una sesión espiritista.
-El gato negro: Un marido borracho (Schünzel) invita a casa a un desconocido (Veidt) que seduce a su mujer (Berber). Después el borracho mata y empareda a la mujer y a su gato, siendo descubierto y acusado por el otro hombre.
-El club de los suicidas: Un detective encubierto (Schünzel) se deja atrapar por un siniestro club masculino dirigido por un rubio sobremaquillado (Veidt). La finalidad del club es el suicidio de sus miembros, uno por noche elegido al azar, y el nuevo socio obtiene el "premio".
-El espectro: Un señor de la nobleza (Veidt) tiende una broma macabra al cobarde invitado (Schünzel) que trata de arrebatarle la atención de su esposa (Berber).
La calidad y longitud de las historias varía, pero la película es dinámica, divertida y contiene buenos momentos sombríos. Conrad Veidt se roba la atención con su atractivo, miradas intensas y sincera representación de toda una gama de emociones extremas. Imperdible para los admiradores del terror clásico y el gran actor.
4) Haxan, la brujería a través de los tiempos
(Benjamin Christensen, 1922, Dinamarca y Suecia)
Magnífica mezcla de documental y ficción que narra los orígenes y evolución de la brujería. Con una perturbadora puesta en escena plena de imaginería, Christensen analiza la brujería y la creencia en ella desde distintos puntos, enfrentando la visión medieval con la de 1920.
Grabados, recreaciones de aquelarres, rituales profanos, hechizos, satanismo y torturas medievales; el diablo, brujas volando en escobas; Haxan expone todo el potencial del miedo, el desconocimiento y la superstición de ayer y hoy. Las costumbres cambian, pero la gente no tanto.
Hay detalles inquietantes a todo lo largo del filme, algunos incómodos incluso para el público moderno, acostumbrado a lo visceral: Sacrilegio, perversión, desnudez, amputaciones...
Escandalosa, provocadora, escalofriante y revolucionaria en sus imágenes y temáticas, Haxan es tanto una película didáctica adulta como un manifiesto de los terrores más profundos y duraderos de la cultura occidental.
Una obra imprescindible del cine en general.
3) Fausto
(F.W. Murnau, 1926, Alemania)
El viejo doctor Fausto (Gösta Ekman) pacta con el demonio Mefisto (Emil Jannings) para acabar con la peste que asola su pueblo y obtener la eterna juventud a cambio de su alma. Tras probar la lujuria con la Duquesa de Parma (Hanna Ralph), el ahora joven Fausto va tras la inocencia. Se enamora de la hermosa y humilde Gretchen (Camilla Horn) y Mefisto lo empuja a seducirla y abandonarla tras destruir su familia y reputación... Pero llegado el momento decisivo, Fausto acude al llamado apremiante de la joven, condenada a muerte por el involuntario infanticidio de su propio hijo.
Una de las películas más bellas de Murnau y el cine en general. El soberbio uso de las sombras crea una intensa sensación de terror e incomodidad.
La narrativa es impresionante; hay muchas escenas y secuencias que sobrecogen por su oscuro contenido u intención: El pacto por el alma de Fausto; Mefisto extendiendo sus alas negras sobre la ciudad para desatar la peste; el anciano Fausto invocando al demonio en un círculo de fuego; el ángel del Señor, rubio y con grandes alas blancas, enfrentando a Mefisto, un pájaro negro con cuernos de cabra; la ceremonia fúnebre de la madre y el hermano de Gretchen...
La secuencia más terrorífica: Gretchen, la auténtica víctima, primero expuesta a la verguenza pública y luego despreciada por todos, se arrastra sobre la nieve con su hijito en brazos. Engañada, enloquecida de frío, hambre, soledad y desesperación, ve una cuna y pone en ella a su bebé antes de desmayar. Cuando la guardia la encuentra el niño está muerto, enterrado en la nieve, y Gretchen es acusada de matar a su hijo. Su rostro lloroso alcanza a Fausto en las montañas. Las consecuencias del desamparo total pueden ser monstruosas.
Fausto no es realmente una película de terror (pocas de esta lista lo son), más la intensidad operística de sus imágenes, actuaciones e historia le conceden un lugar privilegiado dentro de lo mejor del género.
2) El gabinete del doctor Caligari
(Robert Wiene, 1920, Alemania)
Al pueblo de Holstenwall llega una feria y con ella vienen el doctor Caligari (Werner Krauss) y su sonámbulo Cesare (un inquietante Conrad Veidt), que puede ver el futuro y predecir la muerte. Los amigos Franzis (Friedrich Feher) y Alan (Hanz Heinrich von Twardowski) acuden a la feria y Cesare anuncia que el segundo vivirá "hasta el amanecer". El vaticinio se cumple: Alan es asesinado a puñaladas esa misma noche.
Otras dos muertes misteriosas conducen a la policía hasta Cesare y Caligari; el primero rapta a Jane (Lil Dagover), novia de Franzis e hija del médico local (Rudolf Lettinger), y Caligari huye rumbo a un manicomio en las afueras del pueblo...
Sombras alargadas pintadas sobre tela y madera; rostros tensos maquillados para una pantomima gótica; fantasía retorcida y delirante; asimetría en claroscuro; deformidad de lo cotidiano; ángulos imposibles para irreales callejones de una ciudad de pesadillas; emociones exacerbadas; la vertiginosa fantasmagoría de un demente hecha imagen y narración en la película fundacional del terror psicológico.
Emocionante, impresionante, escalofriante, perturbadora... ¿Que podría decir de esta obra maestra del cine como arte que no se hubiera dicho ya? Nada, excepto: HAY QUE VERLA.
1) Doctor Jekyll y Mister Hyde
(John S. Robertson, 1920, Estados Unidos)
El joven y adinerado doctor Henry Jekyll (John Barrymore) mantiene y atiende una clínica gratuita para los más pobres de Londres. Su filantropía y buen comportamiento son cuestionados por su amigo George Carewe (Brandon Hurst), que lo empuja a visitar un cabaret. Allí la bailarina Gina (Nita Naldi) despierta los deseos más oscuros de Jekyll, y entonces utiliza sus conocimientos científicos para crear una poción con la que separar su parte buena de la mala. Pronto hyde, la horrenda parte mala, toma el control y Jekyll se ve envuelto en una red de crímenes y sospechas.
Una película de terror en todo el sentido de la palabra. La ambientación victoriana, brumosa y melancólica es perfecta para esta tétrica e inquietante historia sobre la dualidad del alma humana.
John Barrymore está total e infinitamente convincente, lo entrega todo en su complejo personaje (s) de buen doctor metido a mad doctor; el resto de actores y personajes grativan a su alrededor sin que en realidad nos importen; Barrymore-Jekyll-Hyde se roba el show.
Con una mezcla sospechosamente similar a una pócima mágica, este pálido, amable, caritativo, inocente, limpio, ordenado, elegante y hermoso médico...
¡Se transforma en este horror!:
Hyde es un canalla repulsivo en todo sentido: Encorvado, de rasgos demacrados y puntiagudos, cabeza cónica, ojos malignos, pelo pringoso y dedos largos como patas de araña; un villano lascivo, perverso y cruel adicto primero al tabaco, los bares y las mujeres de la noche, y después, a medida que aumenta su maldad, a destruir chicas ligeras y maltratar niños pobres.
El infeliz se hace más grotesco, sucio y diabólico a cada nueva aparición. Se aplaude que mate al cínico sir George Carawe (se lo mereces por corruptor de amigos)...
¡Pero no que el monstruo pretenda violar a la inocente Millicent! (Martha Mansfield).
La primera gran película de terror americana y una de las mejores de John Barrymore; su impactante transformación del apuesto y agradable Jekyll al despreciable y espantoso Hyde sigue siendo aterradora... De verdad, me puso los pelos de punta.
¡INFELICES PESADILLAS PARA TODOS!

.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.gif)
.gif)
.jpg)
.jpg)
.gif)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.gif)
.gif)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.gif)
.gif)
.jpg)
A.jpg)
.gif)
No hay comentarios:
Publicar un comentario