18/03/2022

Las alas (Mauritz Stiller, 1916)

Esta primera adaptación cinematográfica de la novela Mikaël del danés Herman Bang se consideró perdida durante décadas hasta que una copia mutilada fue encontrada en Noruega. La película pudo ser reconstruida y puesta en circulación con imágenes fijas y carteles explicativos de las partes faltantes. Lamentablemente lo que falta son las escenas de encuadre, un trabajo de metacine que mostraba en tono cómico el proceso de creación de la película con el director y los actores interpretándose a sí mismos. Eran quizá los mejores momentos de Las alas (Vingarne), que en la actualidad es más recordada por ser la primera adaptación de una novela homosexual, aunque dicho componente haya sido eliminado de esta versión y sólo insinuado en la más famosa de Carl Theodor Dreyer, Mikaël (1924). 
Más interesante todavía es que se trata de la segunda película que reune al director Mauritz Stiller con el que se convertiría en su actor más emblemático, el futuro gran astro y galán sueco Lars Hanson. Ambos colaboraron por primera vez en Dolken (1915), película que significó el debut cinematográfico de Lars pero que lamentablemente se considera perdida.
Resumen: ALERTA DE SPOILER
El director Mauritz Stiller (él mismo) de la compañía cinematográfica sueca Svenska Biografteaterns (la misma que produjo la película) busca ideas para un nuevo filme. La escultura Vingarna (sí, con a) de Carl Milles le da una, y a través de anuncios en periódicos solicita un joven atractivo para protagonizar su próxima película, Las alas, basada en la novela Mikaël. El joven Nils Asther (él mismo en su debut) se presenta a la audición y es preseleccionado, pero en una prueba de cámara con la actriz Lili Bech (la misma) Stiller decide que es demasiado joven e inexperto y le da el papel a Lars Hanson (él mismo, pero curiosamente llamado Lasse Hansson en el primer cartel que lo menciona).


El día del estreno Nils acude al cine. Mira con tristeza las fotos promocionales expuestas en el exterior. Dentro, Lars y Lili se aprestan a ver su película. 
Empieza la película. Un cartel anuncia que es una modernización de la historia de Ícaro. Luego unas imágenes encuadradas de manera poética muestran como el pintor y escultor Claude Zoret (Egil Eide), conocido como El Maestro, encuentra inspiración para una escultura de Ícaro al ver una enorme águila desplegando las alas para volar. Enseguida descubre al pintor Eugène Mikael (Lars Hanson), cuya juventud y belleza coinciden exactamente con la idea que Zoret tiene de Ícaro. El talento artístico del joven acaba de embelesarlo. 
Toda la escena es interpretada con una rigidez y sobreactuación que rozan el ridículo, algo incomprensible en un actor del talento de Lars Hanson. Enseguida se explica: En el cine, viendo Las alas, Lars comenta a Lili lo mal que está en ese papel. Lars sólo actúa una mala actuación. Explicado esto su trabajo mejora bastante, lo que no deja de ser curioso: Lars está en el cine viendo una película ya filmada, no es posible que su trabajo en ella mejore porque él mencione que está mal. El ejercicio de metacine es ciertamente atrevido.


Cuatro años después en la película, El Maestro ha adoptado a Mikael como su hijo y está finalizando la escultura de Ícaro. Hay un breve momento que hará jadear a las admiradoras del guapo Lars. De rodillas sobre una mesa, Mikael posa como modelo para la escultura levantando la barbilla, sacando el pecho y con las manos alzadas sobre la cabeza llevando sólo una pequeña sábana alrededor de la cintura. Se podría decir que está desnudo. Podemos ver lo hermoso y bien formado que era Lars; no dudo que hubiera podido servir de modelo artístico. ¿Para Ícaro? No, para el rubio Apolo.  

¡Gracias por esto, señor Stiller!


El Maestro funde la escultura en bronce y la regala a Mikael, quedando para exhibición sólo una copia en yeso. Por cierto que la obra de Carl Milles no representa a Ícaro sino a Ganimedes siendo raptado por Zeus; se encuentra en el Museo Nacional de Estocolmo.  
La hermosa y derrochadora condesa Zamikow (Lili Bech) acude a Zoret con la intención de que pinte su retrato. Ella y Mikael se conocen y la atracción mutua es instantánea. Algunos días después Zamikow posa para el cuadro. Mikael lo descubre al ver su capa junto al perchero. Apasionado de aquella hermosa mundana, acaricia y huele la capa con marcada sensualidad. Quienes niegan talento actoral a Lars Hanson, ¿a cuántos actores conocen que puedan transmitir erotismo sólo con manosear un manto de seda? 


Mikael observa que El Maestro no ha podido captar la expresión de los ojos de la Condesa y resuelve el problema con algunas pinceladas, sorprendiendo a Zoret y seduciendo a Zamikow. Ya solos, Mikael y la Condesa se besan. Mi copia de la película no es muy buena, pero sí lo suficiente como para notar lo realistas que se ven los besos entre Lars y Lili. Aquel año ella aún estaba casada con Victor Sjöström, así que es improbable que estuviera saliendo con Lars. 
Mikael y Zamikow inician una relación. Él está muy enamorado mientras que ella, si bien lo ama, parece más interesada en su dinero. Zoret descubre la situación por un amigo que también le aconseja librarse del joven, pero él argumenta que no desea morir sin hijos. Por supuesto, la negativa tiene otra razón. Zoret no considera a Mikael un hijo sino más bien su heredero espiritual. Zoret es viejo y está perdiendo su talento; Mikael es joven y está sobrado de talento. Zoret lo ve como su reemplazo natural y una prolongación de su arte por tener su protección. Al mismo tiempo ama su belleza y juventud de un modo sublimado y posesivo, deseando su afecto y atención sólo para él. No es una pasión homosexual sino estética.


Mikael deja de pintar para dedicarse por completo a Zamikow. Cuando el dinero que Zoret le destina para sus gastos se vuelve insuficiente, se ve obligado a pedirle más. Al no obtener la cantidad esperada vende la escultura de Ícaro a un alto precio. Zoret descubre la venta y acude a la Condesa para rogarle que termine con Mikael. Ella se niega y Mikael lo ignora. Solo y triste, El Maestro enferma de gravedad. En su lecho de moribundo lega todos sus bienes a Mikael y luego, presa del delirio, abandona su cama y muere a los pies de la copia de Ícaro. Enterado de su muerte, Mikael se siente culpable y rompe con la Condesa, que sin duda esperaba ayudarlo a gastar su nueva fortuna. 


Terminada la película Las alas, Nils comenta a Lili su incomprensión a que Mikael la dejara. En los periódicos se publican comentarios parecidos. Nils acude a casa de Lili y se le declara. En ese momento ella recibe la visita de Egil Eide, quien consuela a Nils del rechazo de la actriz y agradece que la película por fin terminara. 


Pese a que el mayor atractivo de la película eran sus escenas de encuadre (después de Lars Hanson, se entiende), no hay explicación para tan extraño aditamento cómico alrededor de un drama. La mayoría de los críticos parecen coincidir en que su principal función era dejar claro a la audiencia que la historia de Las alas no reflejaba la realidad de sus actores, sin embargo esto sólo sería entendible si Las alas realmente fuera el filme homosexual que los entusiastas del tema aseguran que es, algo más que dudoso. Los partidarios de esta hipótesis argumentan que precisamente los actores heterosexuales que interpretan a los amantes Mikael y Zoret son quienes más enfatizan en el distanciamiento entre ejecutante y personaje: Lars Hanson dice que está terrible como Mikael, y Egil Eide se alegra de que la película terminara. Considero más probable que Stiller incluyera estas escenas como una especie de autocrítica, dado que era la primera vez que dirigía un largometraje.
Incluso siendo un filme menor, mutilado y algo rígido en la actuación, Las alas no carece de interés. Para los curiosos de las modas de la época hay varias escenas representativas. Vemos a la Condesa eligiendo ropa modelada para ella, y a lo largo de la película viste túnicas amplias y diversos vestidos: Escotados o recatados, vaporosos o de tela gruesa, muy entallados o más libres. Mikael viste sucesivamente un atuendo casi campesino, un traje burgués de uso diario, un elegante traje formal con sombrero de copa, y un conjunto más casual en tonos claros. 


Una curiosidad menor que merece al menos una visualización. Imprescindible para el club de admiradores del talentoso y guapo Lars Hanson ya que se trata de la más antigua de sus películas que se conserva.


No hay comentarios:

Publicar un comentario