30/09/2022

10 películas perdidas que amaría ver

Ayer Estados Unidos conmemoró el Día del Cine Mudo. Y como tal día no existe en el resto del mundo, decidí unirme a la celebración creando una lista de películas silentes perdidas que me gustaría ver.
Suele afirmarse que el 90 % del cine mudo se ha perdido por diversas razones: Descuido (las películas de nitrato se pudren y son inflamables), intencionalidad (con la llegada del sonoro muchos estudios se deshicieron de sus películas silentes) o error (se destruyeron originales al tomárseles por copias). Parece una pérdida enorme y por lo mismo existe un sector de aficionados al cine silente que saltaría de una montaña si eso lograra la aparición de determinado filme.


Las películas perdidas (o desaparecidas) más anheladas parecen ser: 
-London after midnight (Tod Browning, 1927), una historia de supuestas casas embrujadas protagonizada por Lon Chaney.
-Los cuatro diablos (F.W. Murnau, 1928), historia de amores en el mundo circense.
-Cleopatra (J. Gordon Edwards, 1917), una suntuosa producción a mayor gloria de la vampiresa Theda Bara.
-La cabeza de Jano (F.W. Murnau, 1920), versión libre de El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde con el extraordinario Conrad Veidt en el doble rol.
-La divina (Victor Sjöström, 1928), drama amoroso en tiempos de guerra estelarizado por Greta Garbo.
Estaría feliz de ver estas películas si aparecieran, especialmente La cabeza de Jano, uno de los cuatro trabajos perdidos de la dupla Murnau-Veidt; siempre es un gusto ver a Conrad Veidt en una película silente. También La divina, que tiene como coprotagonista a mi querido Lars Hanson (Greta Garbo me es indiferente). Sin embargo ninguna de estas películas perdidas-desaparecidas está en mi lista de más anheladas. De hecho hasta recientemente no tuve una lista de películas perdidas que ansiara ver. Todavía no he tenido oportunidad de visualizar muchos de los filmes silentes disponibles que me interesan, así que me obsesiona más lo posible que lo imposible. Sin embargo, luego de leer aquí y allá acerca del asunto, decidí hacer mi lista. Tengo que confesar que no hay mucho que me entusiasme a un nivel superior. Insisto: Existen muchas películas perdidas que estaría encantada de ver si aparecieran, más no es un tema que me quite el sueño.

Imagen promocional de Cleopatra.

A futuro mi interés puede cambiar, pero por ahora, de menos a más, estas son las 10 películas silentes perdidas o desaparecidas que amaría ver:

10) Londres 
(London, Herbert Wilcox, 1926, Inglaterra).
Historia de Mavis Hogan (Dorothy Gish), una inocente huérfana londinense asediada por un chino malvado (Gibb McLaughlin) y amada por un pintor (Adelqui Migliar). Tras escapar de su miserable hogar en Limehouse, Mavis es protegida por una dama que la introduce en la alta sociedad. La joven se adapta rapidamente a una vida acomodada, pero una desilución amorosa la obliga a regresar a Limehouse.
Las películas ambientadas en Limehouse fueron un subgénero propio durante la era silente. Solían desarrollarse en lo que entonces era el barrio chino de Londres, lugar percibido como un área peligrosa, inmoral y completamente extraña al resto de la capital. Las protagonistas eran bellas e inocentes muchachas inglesas perseguidas por tipos sombríos y malintencionados. Siento curiosidad por ver a Dorothy en una de estas historias, y además acompañada de Adelqui Migliar, el único actor chileno que desarrolló una carrera internacional durante el cine silente. 



9) Una hoja en la tormenta… pero el destino se la llevó
(Ein blatt im sturm… doch das schicksal hat es verweht, ¿Fern Andra?, 1917, Alemania).
Melodrama protagonizado, escrito y probablemente dirigido por Fern Andra, una de las actrices más populares del cine alemán de los años 10. La trama la presenta como Fern, novia del mediocre y enfermo pintor Alfred (Alfred Abel), al que engaña diciéndole que obtuvo el dinero para su tratamiento médico vendiendo sus cuadros. Ya recuperado, Alfred descubre la verdad y actúa de la peor manera ante aquella mentira destinada a levantar su espíritu: Abandona a Fern y se compromete con otra. Decepcionada de los hombres, Fern se entrega a varias aventuras amorosas sin sentido y hasta llega a comprometerse con el hermano de su rival. El final debió ser bastante desdichado.
El melodrama amoroso no  es mi tipo de película pero esta obtuvo mi atención por su protagonista, su poético título y la belleza de sus imágenes que sobrevivieron en tarjetas postales de la época.



8) La dama de las camelias
(Damen med kameliorna, Olof Molander, 1925, Suecia).
Versión sueca de la célebre novela de Dumas hijo. Relata los amores entre Margarita (Tora Teje), una "mantenida" de lujo, y Armand (Uno henning), el joven ocioso que intenta idealizarla. Sí, la historia no es agradable, pero el cine siempre ha pasado de largo sobre sus aspectos más molestos para convertirla en una hermosa y trágica historia de amor. El cine sueco está entre mis favoritos de la era silente y Uno Henning ocupa un lugar destacado en mi lista de galanes de la época, así que amaría verlo en ropas del siglo XIX.
NOTA: Ignoro si esta película realmente se considera perdida. Busqué información sobre ella en diversas páginas y lo único que encontré fueron fotografías promocionales, así que la doy por perdida.



7) Drakula
(Drakula halála, Károly Lajthay, 1921, Hungría y Austria).
Primera película sobre el vampiro Drácula, aunque la historia no adapta la novela de Bram Stoker, sólo toma el nombre de su personaje. 
La joven costurera Mary Land (Lena Myl) visita a su padre que está internado en un manicomio próximo a Viena. Allí conoce a un paciente (Paul Askonas) que asegura ser el conde Drakula (transcripción húngara de Drácula). El hombre es delgado y pálido, tiene orejas puntiagudas, colmillos afilados y garras. Mary comienza a tener visiones con él y pronto es incapaz de discernir entre fantasía y realidad. Ya fuera del asilo, Mary se casa con su novio (Dezső Kertesz) pero las visiones persisten.
La historia no parece muy interesante, pero siendo la primera película de un personaje literario que en el cine ha crecido, evolucionado, degenerado y mutado, merece un lugar entre los filmes perdidos cuya búsqueda debiera ser imprescindible.



6) La falsa Asta Nielsen
(Die falsche Asta Nielsen, Urban Gad, 1915, Alemania).
La gran Asta Nielsen en dos papeles muy diferentes; por un lado es una joven que aprovecha su gran parecido con la actriz para entrar en el mundo del cine, y por el otro es ella misma, la siempre encantadora Asta Nielsen. Se trata de una comedia de equivocaciones donde Asta hace gala de su talento para la farsa. Ella sabe actuar pero su doble no, lo que provoca varios enredos y problemas.
Muchas películas de Asta se encuentran desaparecidas, pero esta me atrae de manera particular por la curiosidad de verla interpretando una versión de sí misma. En 1914 hizo algo similar en La banda de Zapata (Urban Gad), aunque sin profundizar en su condición de estrella cinematográfica como sucede acá.



5) Dolken
(Mauritz Stiller, 1915, Suecia).
El debut cinematográfico de Lars Hanson. Parece ser un drama de chantaje sexual donde Lars interpreta… ignoro a quien, pero ciertamente no al chantajista, así que no me asusto. Se conservan algunas fotografías promocionales que muestran a Lars con los ojos muy maquillados y el cabello oscuro y rizado, pero no explican mucho y eso me desconcierta. La película significó el comienzo de la exitosa colaboración entre Lars y el director Mauritz Stiller y el inicio una carrera excepcional que todavía necesita una justa revalorización.



4) Nocturno de amor
(Nocturno der liebe, Carl Boese, 1919, Alemania).
Una revisión de la vida de Frédéric Chopin con mi amado Conrad Veidt interpretando al afamado compositor romántico. Chopin, romanticismo y un muy joven Conrad Veidt en el rol de un gran músico, ¿qué más podría desear? Que al menos existieran algunas reseñas y fotos de la película para atenuar un poco el ansia de verla. No hay absolutamente ninguna, lo que me ha llevado incluso a sospechar que la película nunca existió. Espero estar equivocada.



3) kurfürstendamm
(Richard Oswald, 1920, Alemania).
Posible comedia "satánica" protagonizada por el expresivo y guapo Conrad Veidt. No existen fuentes que detallen bien la historia, pero parece ser algo así: Aburrido del infierno, el diablo (Conrad Veidt) decide trasladarse a la popular calle berlinesa Kurfürstendamm, lugar de donde proceden muchos de sus clientes. Su abuela le regala una prensa para falsificar billetes y el diablo se instala en la pensión Elvira. Allí conoce a todo tipo de gente, incluidas la descarada Lissy, la cocinera Marie y una joven mestiza, las tres interpretadas por la sorprendente Asta Nielsen. El diablo vive muchas experiencias humanas e incluso produce una película en la que participa personificándose a sí mismo, pero luego de ser golpeado y robado en un callejón decide que los bajos fondos de Kurfürstendamm son demasiado terribles para él y regresa a su amado infierno junto a su abuela.
La historia parece delirante y las escasas imágenes conservadas fascinan. Conrad de diablo con cola y cuernos, y Asta en tres roles… ¡Necesito una copia de esto ya!



2) Hacia Oriente
(Till österland, Gustaf Molander, 1926, Suecia).
Esta es la última película de la tetralogía Jerusalén, adaptación de la novela homónima de Selma Lagerlöf que narra la historia de los Ingmar y su lucha por conservar la granja y prestigio familiar mientras algunos emigran a Tierra Santa. 
Filmada parcialmente en la auténtica Jerusalén, es la única de la saga que se considera perdida y la segunda protagonizada por el gran actor y galán sueco Lars Hanson, a quien simplemente amo. Se conserva aproximadamente media hora de película, pero es insuficiente para conformar a cualquiera que haya visto las anteriores, en especial la tercera (mi favorita), que termina con un intrigante final abierto. Para colmo existen muchas espléndidas fotos promocionales y de producción que sólo aumentan el apetito del espectador, incluyendo algunas de Ingmar Ingmarson (Lars Hanson) convertido en un peregrino ciego.


   
1) Homúnculo
(Homunculus, Otto Rippert, 1916, Alemania).
Oscura historia sobre un hombre sin alma creado en un laboratorio de magia y ciencia y su horrible destino como cruel dictador. 
Este serial alemán protagonizado por el astro danés Olaf Fønss es una de las películas perdidas más enigmáticas y buscadas del cine germano. Quizá precisamente por no haber sobrevivido más que en fragmentos muy definidos que hacen imaginar demasiado sobre lo que falta. Está el inicio, parte del centro y también la escena de desenlace. Unidos, estos fragmentos son maravillosos; la historia parece transcurrir en un universo paralelo donde todos saben de Homúnculo y temen su presencia, pero los hombres son incapaces de enfrentarlo y las mujeres se enamoran de él. Realmente quisiera ver completo este serial. Desde El Golem (1920) a Alraune (1928), pasando por Metrópolis (1927), nadie cuenta historias sobre malignos seres artificiales en la forma oscura que lo hacen los alemanes. Además su diseño es muy llamativo para cualquiera que, como yo, ame el vestuario de los grandes villanos masculinos de principios del siglo XX. Las imágenes de Olaf Fønss perfilado contra el cielo con capa y sombrero son demasiado irresistibles, así que la recuperación de Homúnculo sería para mí un sueño realizado.
NOTA: Fuentes interesadas en la recuperación de películas perdidas afirman que Homúnculo existe pero que los poseedores de sus diversas partes no se han puesto de acuerdo sobre como efectuar la unión y restauración del material. Esta afirmación lleva algunos años circulando por Internet pero no ha sido confirmada ni desmentida por ninguno de los supuestos poseedores de fragmentos del mítico filme. Seguiré esperando.

¡La cinematografía y entintado son bellísimos!


23/09/2022

Drama y fantasía en el cine

El cine no puede ni debe conformarse con una simple historia dramática. La vida es una mezcla perpetua de drama y fantasía. El drama es el fondo, el marco. La fantasía es un bordado, lo inesperado que despierta constantemente la mente del espectador y ayuda a que la obra sea más completa.

Ivan Mozzhukhin



16/09/2022

El Águila (Clarence Brown, 1925)

Divertida adaptación del relato de Aleksandr Pushkin Doubrovsky el bandido, aunque el romántico ruso y su obra ni siquiera son mencionados en los créditos. Mezcla de drama y comedia amorosa, El Águila (The eagle) es una película que sólo pretende entretener con una historia de venganza, amor e identidades falsas. Lo consigue fácilmente gracias a un ritmo imparable y a un elenco atractivo y dotado para la comedia que logra que el espectador ignore las debilidades del guion. 


Resumen: ALERTA DE SPOILER
Mientras la zarina Catalina II (Louise Dresser) realiza una inspección a sus tropas, el joven teniente Vladimir Doubrovsky (Rudolph Valentino) coge el caballo favorito de esta para acudir en auxilio del coche de una joven y su tía. Calmada la situación, la joven y Vladimir quedan flechados a primera vista y se despiden coqueteando.
La zarina, una insaciable devoradora de hombres apuestos, cita al capitán Kuschka (Albert Conti) y a Vladimir. El joven acude completamente ignorante de las reales intenciones de su soberana. Ella lo examina a gusto, y conforme con su elección, se deshace del simpático pero maduro capitán e inicia el intento de seducción. Este es uno de los grandes momentos de la película; Louise Dresser brilla en su rol de madura, inteligente e implacable seductora, dotando a su personaje de gran solidez y humor. A su vez, Valentino derrama simpatía en su papel de chico ingenuo víctima de una mujer poderosa decidida a conseguirlo.


Cuando Vladimir finalmente comprende lo que sucede, opta por escapar. Kuschka le advierte que morirá si rechaza a la zarina, pero se niega a oírlo. Buscando un sustituto, la soberana elige a Kuschka, que está muy complacido de tal honor.
Mientras, Vladimir lee una carta donde su padre le informa que un estafador llamado Kyrilla le arrebató todas sus posesiones; la única posibilidad de recuperar lo perdido es acudiendo a la zarina. El consternado Vladimir regresa al palacio real sólo para enterarse de que la soberana lo declaró desertor y ha ordenado su captura vivo o muerto; ahora no tiene más opción que huir.
El joven vuelve a su región natal y encuentra a su padre agonizando en la choza de un campesino. El desposeído señor muere y los siervos suplican a Vladimir que los libere del cruel yugo de Kyrilla Troekouroff (James A. Marcus). El joven jura venganza contra Kyrilla y su familia, y los antiguos siervos se unen a él. Usando una máscara negra Vladimir se convierte en una versión rusa de Robin Hood o El Zorro al robar a los malvados hombres de Kyrilla para dar a los pobres campesinos oprimidos. Sus hazañas en los alrededores, donde extrañamente nunca nieva, le ganan el apodo de El Águila Negra.


Mascha (Vilma Bánky), la hermosa viajera que antes impresionó a Vladimir, es hija del vulgar, fanfarrón y descuidado Kyrilla. Cómo un hombre de su calaña puede tener una hija tan delicada, es algo que jamás se explicará. Mascha es capturada por los hombres del Águila Negra pero él ordena su liberación porque no lucha contra mujeres. ¿Qué clase de venganza deja fuera a las mujeres cuando el villano sólo tiene por familia directa a su hija? Lamentablemente el asunto de la venganza y la propiedad estafada irán siendo apartados para centrar la historia en el romance de Vladimir y Mascha, que al desarrollarse sobre un agradable fondo cómico permite perdonar tan radical giro del guion.
Vladimir reconoce a la joven. Al principio ella lo desprecia, pero luego se muestra algo coqueta con el apuesto enmascarado aun sabiendo que es el enemigo de su padre. ¿Sabrá también la razón? Indudablemente, puesto que toda la gente de la zona habla de ello, sin embargo Mascha no parece incómoda por vivir de una fortuna robada. Su delicadeza podría limitarse sólo a las formas. Ya se verá.


Vladimir entra en casa de Kyrilla fingiendo ser Marcel Le Blanc, el tutor francés contratado para Mascha. Ella sospecha pero él desvía su atención entregando a Kyrilla una nota amenazante que asegura le dio el Águila Negra luego de asaltar a su cochero. Algunos días después Kyrilla da un banquete en medio del cual recibe otra nota amenazante. Mascha vuelve a sospechar y pronto está segura de la identidad del tutor al verle disparar con el mismo desplante del Águila Negra.
Enamorada de Vladimir, Mascha intentar convencerlo de abandonar su venganza recurriendo a unos versículos de La Biblia. Podría haber hecho lo mismo con su padre, mostrarle la línea de "no robarás", pero Mascha no se preocupa de nada ajeno al amor. Otro versículo bíblico sólo refuerza la intención de Vladimir. Entra al dormitorio de Kyrilla vestido del Águila Negra, y lo amenaza con una pistola antes de ser detenido y expulsado por Mascha. Luego, como el tutor, se queda toda la noche cuidando de Kyrilla. 


Al día siguiente Mascha confiesa su amor a Vladimir al mismo tiempo que se revela su verdadera identidad. Perseguido por los cosacos de Kyrilla, Vladimir huye y Mascha lo acompaña abandonado por él a su padre y su fortuna mal habida. Gran punto a favor de Mascha, al final sí era una chica de corazón delicado. Lástima por los fieles campesinos que permanecen atados al yugo del zafio Kyrilla, sin duda maldiciendo a Vladimir por su traición a la promesa hecha. Y aunque Kyrilla pierde a su única y amada hija, conserva intacto su poder la fortuna robada. No hay justicia para los siervos, venganza para el padre muerto, ni castigo para el villano, y Vladimir y Mascha sólo ganan su amor, ahora son pobres y fugitivos.


Durante la huida la pareja es interceptada por un destacamento de la guardia zarista. Vladimir es apresado y condenado a muerte, y la zarina ordena que Kushka se encargue de la ejecución. Vladimir y Mascha se casan en la prisión y enseguida él es llevado ante el pelotón de fusilamiento. Arrepentida, la zarina pide a Kushka que lo salve, pero ya es tarde... En realidad no; el fusilamiento no se efectuó y Kushka pide a la soberana que firme el pasaporte de Doubrovsky, ahora Marcel Le Blanc. Enseguida Le Blanc y Mascha parten al extranjero en busca de un nuevo hogar. Quizá bajo un puente de París, ya que siguen poseyendo sólo su amor.


El Águila es una película que hará las delicias de cualquiera que sólo busque pasar un momento agradable. La cinematografía es muy hermosa, la historia es absorbente, el ritmo jamás decae, las actuaciones son muy buenas y los protagonistas se ven hermosos en ropas rusas. Hay una química genuina entre Rudolph Valentino y Vilma Bánky, y entre Louise Dresser y Albert Conti, las dos parejas de la película. Los personajes no son genéricos e incluso los villanos, Kyrilla y la zarina, no se representan de un modo totalmente oscuro. El dolor auténtico de Kyrilla al perder a su única hija compensa un poco el daño que causó, y el arrepentimiento final de la zarina y su apoyo a la joven pareja la redimen de su maldad inicial. Incluso consigue un amante adecuado a sus años que de verdad se interesa en ella.


El humor es suave pero constante. Sobresale principalmente en la secuencia del intento de seducción de la zarina; en la escena donde Vladimir condimenta en exceso su propia sopa y cuando Mascha lo descubre dándole un brutal masaje a su padre. También es gracioso el tono burlón de las notas amenazantes del Águila Negra y todo el asunto de las tres identidades del protagonista. En lo dramático destaca la escena de la muerte del padre de Vladimir y la de la lúgubre pero hermosa boda en prisión.


Así mismo El Águila es la película ideal para quienes nunca hemos considerado guapo a Valentino. Acá lo es; luce realmente apuesto como ruso y con antifaz. También para quienes deseen verlo en un personaje agradable. Sus momentos cómicos están muy bien logrados, llevando a lamentar que Hollywood desaprovechara su talento para la comedia insistiendo en asignarle papeles dramáticos de raptor, violador, amante infiel o idiota de ascendencia latina. Cuesta imaginar que pasaba por la cabeza de los productores cuando ponían a un actor tan limitado para el drama en papeles complejos y desagradables que requerían de un talento diferente. Probablemente sólo pensaban en los millones que obtendrían dando a su público lo que esperaba: Diversión vacía, morbo, un protagonista de atractivo exótico y la fantasía de la violencia como algo bonito.

Muy lindo como ruso y con antifaz.

Por lo que se sabe de fuentes no contaminadas, Valentino era una persona agradable que despertaba la simpatía instantánea en quienes lo conocían. A diferencia de sus personajes más populares, era amable y respetuoso con las mujeres. La actriz Ruth Roland lo conoció antes de volverse famoso y después relataría como en una ocasión insistió en llevarla a su casa tras una fiesta sólo para asegurarse de que llegaría sin problemas, aunque él mismo no se sentía muy bien. Ese Valentino simpático y caballeroso es quien debiera recordarse. Desgraciadamente sus personajes molestos han suplantado al hombre real y los agradables son ignorados. Por lo mismo El Águila es una oportunidad para disfrutar viendo a Valentino ser inteligente y encantador.
Recomiendo la película a cualquiera excepto a los admiradores de Pushkin. Su cuento fue tan modificado al convertirse en El Águila que podría ser molesto para los lectores del escritor ruso. Yo misma me sorprendí bastante al descubrir su origen literario, sin embargo el desenlace del cuento es tan horrible y forzado, rasgo usual en la literatura romántica, que agradezco y aplaudo el final feliz ideado en el cine.