Aunque posee un argumento progresista, La chica de la granja del
pantano (Tösen från stormyrtorpet) es una película casi
desconocida que no ha recibido ni los elogios ni la atención que otras obras de
Victor Sjöström poseen desde hace años. Las razones son incomprensibles. No sólo se
trata de la primera adaptación cinematográfica de un relato de la escritora Selma
Lagerlöf, nombre que todo aficionado al viejo cine sueco reconocerá, sino
también de una película muy bien interpretada y que se desarrolla con agilidad.
La historia es un drama que expone de modo delicado pero certero el error de
los prejuicios, el egoísmo de clase y las elecciones morales derivadas de una sincera
espiritualidad. Hay un triángulo amoroso y un asunto policial que se resuelven
del mejor modo posible, dejando una sensación grata en el espectador. Por todo
esto, se trata de una película que merece más de un visionado.
Resumen: ALERTA DE SPOILER
Helga Nilsdotter (Greta Almroth), hija única de un humilde
matrimonio campesino, tuvo un hijo con el rico agricultor Per Mårtesson (Gösta
Cederlund) mientras trabajaba para él. Su padre la obliga a
exigir a Per que se responsabilice de la manutención del niño. Per es casado, mayor y
arrogante. Helga se muestra tan humilde y temerosa con él que casi se sospecha que fue violada en vez de seducida, sin embargo se entiende que por su falta de
atractivo y la soledad derivada de su baja condición social, la chica cayó en los
brazos del primer hombre que fingió ser amable con ella.
Per niega la
paternidad del niño y el padre de Helga, seguro de que miente, decide llevarlo a juicio.
El día del juicio Gudmund Erlandsson (Lars Hanson), el joven más apuesto de la zona, es enviado al tribunal por su padre, Erland (Hjalmar Selander). Yendo en su
carreta, ve a una joven que camina en su misma dirección y le ofrece llevarla.
Sólo cuando ella sube Gudmund reconoce a Helga, la chica de quien todos murmuran,
y se perturba ante la idea de ser visto en semejante compañía. Helga entiende. Llena de vergüenza
pero también de dignidad, se baja y sigue su camino a pie. Gudmund puede parecer cruel pero sólo es un joven inexperto
que se hace eco de los prejuicios de los demás.
Esta primera escena entre los
dos protagonistas es actuada de una forma excelente. Conmueve la expresión temerosa y avergonzada de Helga cuando Gudmund la reconoce y mira con una
mezcla de curiosidad y rechazo. Las actuaciones de Lars Hanson suelen llevarse
mis elogios, pero aquí Greta Almroth está a su mismo nivel.
En las afueras del tribunal de justicia se ha reunido una multitud. Todos
miran a Helga con curiosidad malsana, aumentando su vergüenza y temor. Gudmund
pasa por su lado sin verla y se reúne con Erik Persson (Georg Blomstedt), el
hombre más rico del pueblo y padre de Hildur (Karin Molander), la chica que
Gudmund corteja. Cuando todos entran al tribunal la asustada Helga se queda afuera.
El juez (Nils Arehn) la hace entrar por la fuerza y ordena callar a quienes se
burlan de ella con crueldad. Es evidente que se trata de un hombre justo que no se deja guiar por los demás.
Per insiste en negar su paternidad y está
dispuesto a jurarlo sobre La Biblia. Helga apenas da crédito a sus oídos. Ve con
horror que Per no teme perjurar y no puede soportar que se condene al infierno aunque eso
signifique no recibir ayuda para su hijo. Arranca La Biblia de manos de Per: "Él es el padre del niño pero no quiero que perjure;
prefiero retirar mi denuncia." La nobleza de su gesto impresiona a
Gudmund, al juez y a otros, que no esperaban tal acto de bondad por parte
de alguien en la situación de Helga. Comienzan a tener una mejor opinión de ella. A la salida del tribunal Gudmund ofrece llevarla
a su casa, pero Helga lo rechaza creyendo que se burla.
Gudmund cuenta a su madre, Ingeborg (Concordia Selander), lo
sucedido en el tribunal. Impresionada, Ingeborg decide ayudar a Helga dándole
trabajo en la granja. La joven se desempeña tan bien
que obtiene el cariño y respeto de sus patrones, y su vida mejora notablemente.
Algún tiempo después Gudmund consigue que Hildur acepte casarse con él. Lo comenta con Helga y esta, preocupada por su futuro, le pregunta si una mujer
como Hildur la aceptaría en su casa. Gudmund responde sin mucho
interés en el asunto. Su felicidad lo tiene tan absorbido que no piensa en nada más.
Hildur y sus padres realizan una visita formal a la granja y todo va bien hasta que ven a Helga. De
inmediato adoptan una actitud distante y beligerante. Hildur lanza un
ultimátum: No volverá a esa casa mientras Helga permanezca allí. Un incómodo Gudmund acaba por decidir que Helga debe irse, sin embargo la decisión le
desagrada, y la evidente mezquindad e
intolerancia de Hildur hacen que comience a verla de un modo diferente. Ingeborg
promete a Helga que seguirá cuidando de ella y le comenta que Hildur es una de
esas personas que sólo piensan en sí mismas.
El día de su partida Helga acude a despedirse de Gudmund, que se encuentra cortando leña. Todavía avergonzado por haber decidido su marcha, Gudmund se
empeña en evitarla. Estrecha su mano rápidamente y vuelve al trabajo, ante el
estupor de la desconcertada Helga. La vergüenza de Gudmund evidencia el cambio
que Helga está suscitando en él.
Días antes de la boda, Gudmund se reúne con unos amigos en un bar de
la ciudad. El grupo se emborracha y comienzan a alborotar, siendo expulsados
del lugar. Afuera se enzarzan en una pelea con unos obreros.
Al día siguiente
Gudmund descubre que su chaqueta está destrozada. Deduce que estuvo en una
pelea aunque no lo recuerda. Su madre lee el periódico en voz
alta enterándole de la noticia del asesinato de un obrero por parte de un
granjero en medio de una pelea. La punta de un cortaplumas enterrada en la
cabeza de la víctima serviría como prueba contra el culpable. Gudmund reacciona.
La luz parece abrirse paso en él. Un certero y dramático juego de planos lo
lleva a descubrir que su cortaplumas está roto. Sin pensar en nada, lo arroja
al estanque cercano.
Llega el día de la boda. Los preparativos y el ceremonial a su
alrededor son mostrados con mucho detalle. Gudmund, engalanado con un traje típico,
está listo para ir junto a su novia. Helga acude a entregar un trabajo de
costura a Ingeborg, y Gudmund se rompe al recibir su saludo. Ella, siendo tan humilde,
hizo lo correcto sin preocuparse de las consecuencias, entonces él, un joven de
buena familia, también debe hacerlo. Llorando, confiesa a su padre lo ocurrido y
ambos están de acuerdo en que Hildur y su familia deben saberlo. Pero cuando
Gudmund se explica Hildur no muestra la menor piedad o preocupación por él, y
en cambio parece segura de su culpa. En vista de esto, la boda se cancela.
Gudmond regresa a casa para despedirse de su madre. Al llegar ahí, Helga, a quien Ingeborg ha contado todo, sale corriendo. Al verla, Gudmund tiene
una revelación: A quien realmente ama es a Helga pero sólo lo supo al ser
libre de su compromiso. La coge entre sus brazos y la besa varias veces antes
de declararse. Creyendo que está confundido, Helga lo rechaza. Es claro que lleva
un tiempo amándolo sin esperanza, pero es demasiado buena como para aceptar su
amor en las presentes circunstancias. Pero Gudmund, todavía incapaz de ver el auténtico
alcance de la grandeza espiritual de Helga, imagina razones mezquinas para el
rechazo. Ella le miente diciendo que aún le gusta Per y él se aleja.
Helga acude con Hildur y consigue hacerla confesar que sigue amando a Gudmund. Entonces revela algo que sólo ella sabe: El día que Hildur y sus padres acudieron de visita, Gudmund le prestó su cortaplumas para
que sacara astillas de un leño. La hoja se atoró y rompió, y Helga metió el cortaplumas en el bolsillo de Gudmund sin decirle nada.
Hildur llora al comprender su error y Helga la convence de que puede arreglar
las cosas diciendo a Gudmund que lo esperará si va a prisión. Pero Hildur ya no
es la misma y no engaña a Gudmund fingiendo ser mejor de lo que es. Le confiesa
que Helga la aconsejó. Gudmund ve el intento de Helga de hacerlo feliz como una
prueba de su amor por él y corre a buscarla. Helga comprende que él lo sabe
todo y ya no intenta escapar de su abrazo.
La chica de la granja del pantano está
entre las películas que iniciaron la edad dorada del cine mudo nórdico. Hasta
entonces la mayoría de sus dramas eran folletines populares con personajes
vacuos y estereotipados. El nuevo cine continua relatando historias populares, pero sus personajes se convierten en seres reales con un poderoso mundo
interior.
Aquí el tema y su planteamiento no dejan de ser sorprendentes para
su tiempo: La protagonista es una joven soltera que tiene un hijo de un hombre
casado. En una película americana esto hubiera derivado en una historia
moralizante con un final lapidario; en cambio, Helga posee una dignidad y
sentido de lo correcto que la elevan por sobre los miembros de su comunidad, convirtiéndose prácticamente en una heroína que obtiene respeto y al chico guapo del pueblo.
Los personajes, imparciales y egoístas, aprenden de sus errores gracias al
trato con Helga, cuyo actuar moral acaba siendo el espejo con que se miden a sí
mismos y a los demás. Gudmund es el primero en hacerlo y el resultado lo deja
molesto; al final entiende que Helga es mejor
que él. También parece hacerlo Hildur, que se comporta en forma baja y cruel y
no muestra más que mezquindad, todo lo contrario de Helga, que hace lo correcto
y se guía por sentimientos sinceros. Finalmente Hildur vence su propio egoísmo al no mentirle a Gudmund.
La rapidez con que se desarrolla la historia de amor entre Helga y
Gudmund es quizás el único punto débil de la película. En el cuento Helga y
Gudmund pasean juntos y platican, llegando así a conocerse, simpatizar y luego
enamorarse. Esto es obviado en la película, volviendo un poco extraña la
declaración de amor de Gudmund a Helga cuando poco antes estaba listo para
casarse con Hildur. La propia Helga, al menos hasta ese momento, no parece
sentir por él otra cosa que gratitud. En el cuento, en cambio, se deja claro
que Gudmund comienza a desilusionarse de Hildur cuando esta exige el despido de
Helga, y que Helga ama al apuesto Gudmund desde mucho antes. Pese a esto la
unión de Helga y Gudmund es algo que el espectador espera desde el primer
encuentro de ambos, así que nadie se molesta por la manera como se da. Helga es
tan valiente, honesta y desinteresada que merece obtener al chico más
hermoso del pueblo y abandonar para siempre la deprimente Granja del Pantano.
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Hjalmar Selander, Karin Molander, Lars Hanson (¡con dos botellas!), Concordia Selander, Victor Sjöström, Greta Almroth y otros bebiendo... ¿leche? en una pausa del rodaje. |
A nivel técnico, el trabajo de Sjöström muestra una evidente
evolución desde la cámara más teatral de Ingeborg Holm (1913) a una menos
estática. La ruptura de la escena mediante el ensamblaje de planos diversos transmite
dramatismo y agilidad; esto se aprecia muy bien en la escena del juramento en el
juicio, pero sobre todo en la de Gudmund al sospechar que es un asesino. Si
bien este avance técnico estaba dándose en el cine a nivel mundial, Sjöström
estuvo entre quienes lo convirtieron en un arte. Se dice que precisamente por
sus cortes de planos La chica de la granja del pantano es la película
sueca más ágil de su tiempo.
Las actuaciones son excelentes. Lars Hanson, Greta Almroth y Karin
Molander brillan en sus roles, demostrando por qué sus nombres ocupan un lugar destacado en el viejo cine sueco.
Curiosamente parece que tanto Victor Sjöstrom como Greta Almroth no quedaron satisfechos con el resultado final. En cambio Selma Lagerlöf estuvo más que conforme
con la fiel y poética adaptación de su cuento. Se emocionó tanto con la película que llegó a
un acuerdo para que otros de sus relatos fueran llevados al cine, surgiendo así
obras maestras del séptimo arte como El tesoro de Arne (M. Stiller,
1919), La carreta fantasma (V. Sjöström, 1921) y La saga de Gosta
Berling (M. Stiller, 1925).
La película está llena de imágenes que deleitarán a cualquier aficionado a este tipo de cine: Bellos paisajes naturales, lindos
detalles de una boda tradicional, un atestado tribunal rural, el guapo Lars
Hanson conduciendo una carreta… Para mí fue un agradable descubrimiento y sólo
lamento que no exista una versión restaurada de esta magnífica y hermosa obra
de Sjöström tan injustamente ignorada.