09/12/2022

La Nochebuena (Wladislaw Starewicz, 1913)

Aquí está la película que todos los enemigos de la Navidad amarán ver. La Nochebuena (Noch pered rozhdestvom) es un filme ruso menor que adapta un cuento de Nikolai Gogol donde se aúna fantasía, humor, enredos y una historia de amor, todo en el marco de la noche anterior a la Navidad. Pero a despecho de su título, nada en la historia hace pensar en la festividad decembrina. No hay Santa Claus, saco de regalos ni duendes, sino una bruja coquetona, varios costales rellenos con hombres, y un divertido diablo peludo que se roba el espectáculo. Una verdadera pesadilla navideña. 
Se trata del único trabajo con humanos que se conserva del marionetista de insectos y juguetes y pionero del stop-motion Wladislaw Starewicz. No es una gran película, ni siquiera una promedio, pero si una curiosa alternativa al común de los filmes navideños.

Resumen: ALERTA DE SPOILER
La noche anterior a Navidad la bruja Solokha (Lidiya Tridenskaya) sale a volar en escoba sobre su aldea ucraniana acompañada por un diablo travieso (Ivan Mozzhukhin) que parece escapado de un bestiario medieval: Su cara es semejante a la de un puerco, tiene colmillos muy largos, cuernos oscuros y orejas puntiagudas; su cuerpo delgado está cubierto de sucio pelo negro, y exhibe una larga cola nerviosa. La veleidosa Solokha está enredada amorosamente con este adefesio, que aprovecha el viaje en escoba para juguetear con ella. Después roba la Luna, que es un trozo de luz ardiente, y entra en casa de la bruja al estilo Santa Claus, por la chimenea. Hay un divertido juego de seducción entre ambos. Solokha no es joven ni guapa, pero exhibe una coquetería y sensualidad vulgar que seduce a diablos y hombres por igual.


Al mismo tiempo el herrero Vakula (Pyotr Lopukhin), hijo de Solokha, acude a declararse a Oksana (Olga Obolenskaya), la hermosa hija del cosaco Chub (Pavel Knorr). La caprichosa muchacha afirma que sólo se casará con él si le trae los zapatos de tacón de la zarina para presumirlos ante sus amigas.  
El diablo sale por la chimenea al ver que la Luna se escapa. No pudiendo atraparla decide divertirse un poco molestando al cosaco Chub y a su amigo, que se dirigen a la taberna. Los sorprende en el camino y les arroja nieve hasta hacerles perder el rumbo. De regreso con la bruja, el simpático diablo es escondido en un saco cuando uno de los amantes de Solokha se presenta en la casa. Tres hombres son metidos en sacos y apilados como leña hasta que la llegada de Vakula obliga a Solokha a encontrarse con otro de sus galanes afuera de la casa. 


Tras varios enredos los hombres son liberados. Vakula se lleva el saco que contiene al diablo y parte en busca de los zapatos de la zarina. Hace una parada en casa de un brujo glotón que usa la telekinesis para meter comida en su boca. Vakula pide indicaciones sobre como encontrar un diablo que lo ayude en su tarea. Mientras habla, la larga y cochambrosa cola del diablo barre el suelo saliendo del costal. Al no obtener respuesta, Vakula continua su viaje. 
El diablo se libera del saco y se monta en la espalda de Vakula para usarlo como transporte, práctica usual en los diablos y brujos del folklor eslavo. Pero el herrero lo coge por la cola, que parece ser su punto débil, y le exige que lo lleve volando sobre su espalda hasta el palacio de la zarina en San Petersburgo o de lo contrario le hará el signo de la cruz. El pobre y delgado diablo no tiene más opción que cargar con el corpulento Vakula. 


Ya en el palacio se encoge y oculta en el bolsillo del herrero, quien consigue los tan anhelados zapatos. De regreso en la aldea, Vakula apalea al diablo antes de dejarlo marchar y luego va con Oksana, que está dispuesta a casarse con él incluso sin los zapatos. En el infierno, otros diablos se burlan del peludo por sus desventuras.
 

Estrenada el 26 de diciembre de 1913, La Nochebuena es una comedia menor que a ratos resulta algo rígida por un exceso de planos generales (problema común en mucho cine de la época) y la estrechez de su escenario, sin embargo es interesante por romper el tópico de las películas navideñas. Lo más cercano que muestra a la Navidad tal y como se la conoce es un grupo de aldeanos que parecen cantar villancicos portando un adorno luminoso.
Los trucos visuales no son muy buenos, excepto el de la Luna escapando y el más complejo del encogimiento del diablo, pero tampoco están realmente mal y cumplen con su cometido.  
Las actuaciones son algo acartonadas exceptuando a Lidiya Tridenskaya e Ivan Mozzhukhin, quienes también interpretan a los mejores y más agradables y divertidos personajes del filme. Sí, la bruja gorda y el diablo peludo simpatizan más que la caprichosa cosaca y el aburrido herrero.
Está fuera de toda duda que lo más sobresaliente de la película es el horrible y alocado diablo. Con este rol Ivan Mozzhukhin realiza uno de sus primeros grandes trabajos de actuación, esta vez usando a medias su mejor recurso, la sorprendente expresividad de su rostro, ya que el maquillaje y las prótesis faciales limitan un tanto sus expresiones, aunque no le impiden hacer unas cuantas muecas grotescas. Pero incluso embutido en un disfraz que lo cubre por completo volviéndolo irreconocible, Mozzhukhin consigue dar vida al mejor personaje. Su diablo se roba la película (además de la Luna) con sus travesuras. Aprovechando sus capacidades atléticas, el gran actor ejecuta escenas ágiles y memorables haciendo que el diablo de giros, se retuerza y salte como un animal de una forma que evidencia lo mucho que se divirtió interpretándolo. 

Ivan Mozzhukhin en la época
de filmación de la película, aproximadamente.

Según declaraciones de Starewicz, la cola del diablo fue hecha y puesta en el disfraz por el propio actor, lo que reafirmaría que el rol le gustó bastante. Los demás personajes mejoran notablemente cuando interactúan con el diablo, y en cambio la película decae cuando él desaparece de escena. 
Si se necesita una sola razón para ver La Nochebuena, Ivan Mozzhukhin es una excelente razón. Sus admiradoras más románticas quedarán boquiabiertas al verlo en este diabólico rol; los demás estarán fascinados con su destreza para el humor físico. También será una película de interés para quien haya leído Veladas en un caserío de Dikanka de Gogol y para los curiosos del cine ruso zarista. Recomendable.


 

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