26/08/2022

Rendición (Edward Sloman, 1927)

El primer y único trabajo hollywoodense del gran actor ruso Ivan Mozzhukhin es una de las películas silentes más desagradables y absurdas que he tenido la mala suerte de ver. La historia de Rendición (Surrender) es un ovación a la idea medieval (Oh, Decameron) de que para conseguir el amor de una mujer sólo se necesita perseguirla y acosarla en plan cacería. También contiene un poco de antisemitismo y la suficiente sordidez como para molestar a cualquier persona dotada de una pizca de sensibilidad. Y para acabar de sepultar la película en un agujero muy profundo, la actriz protagonista carece de dotes actores. 
Si mi resumen comentado a ratos parece algo burlón, es completamente intencional. No pude ser seria con una historia realista tan irreal. 


Resumen: ALERTA DE SPOILER
Lea (Mary Philbin) es hija del rabino Mendel Lyon (Nigel de Brulier), líder espiritual de una aldea judía asentada en la frontera austro-húngara, y está comprometida en matrimonio arreglado con Joshua (Otto Matieson), quien no parece lo bastante listo ni interesante como para conseguir la atención de su linda novia. El rabino es admirado y respetado por su sabiduría y buenas obras, siendo consultado y querido por todos.
Son los inicios de la Primera Guerra Mundial y el peligro ronda. Constantin (Ivan Mozzhukhin), un príncipe ruso y oficial de cosacos, cruza la frontera para cazar ardillas en el bosque. Su perro se separa de él y roba un zapato de Lea, que se había descalzado junto al río. Constantin la descubre y ambos comienzan a conversar en plan flirteo. Estas escenas son muy bonitas y es lamentable que duren tan poco. De haber seguido así Rendición sería una hermosa película.


La sorpresiva llegada del rabino interrumpe la conversación. Éste reconoce las ropas rusas de Constantin y le ordena volver a su país. La reacción es comprensible; los rusos tienen un extenso y triste historial de opresión y persecución contra los judíos.
Constantin pierde su encanto en cuestión de segundos. Se burla del rabino con arrogancia y amenaza con llevarse a Lea mientras esta se limita a mirar en otra dirección como si el asunto no le concerniera en lo absoluto. La cosa no pasa a mayores porque unos oficiales rusos llegan a informar a Constantin que debe tomar la comandancia de un batallón de cosacos. Sólo entonces Lea comprende que realmente ha estado coqueteando con un enemigo, aunque el descubrimiento no impide que observe con nostalgia la partida de Constantin. Es más que claro que la chica se siente atraída por hombres que amenazan con el rapto, así que el pacífico Joshua no tiene la menor oportunidad de llegar a su corazón.  


Algún tiempo después, un ejercito de cientos de cosacos comandados por Constantin invade y toma el lugar. Temiendo por la seguridad de Lea, el rabino la oculta en… la misma casa. Elegir tal escondite es más estúpido que insensato; ese es el primer lugar donde la buscarían. 
El rabino acude al llamado de los oficiales rusos junto a otros notables del pueblo. Al ver a Constantin intenta pasar desapercibido fingiendo sordera cuando se le ordena firmar un documento. Con tan brillante estrategia de camuflaje sólo consigue que Constantin repare en él y lo reconozca. 


El sabio rabino ya cometió dos tonterías pero vendrán más. Asegura desconocer a Constantin y cuando este menciona a Lea, niega tener una hija. Constantin insiste y se invita a casa del rabino junto a tres de sus hombres. Allí ordena registrar la casa, que evidentemente está llena de delatores objetos femeninos, y al final él mismo encuentra a la muchacha. Ella luce un extraño peinado consistente en una gruesa trenza que le atraviesa la cabeza a modo de horrendo tocado. Esta moda no desanima a Constantin, que expulsa a sus hombres y comienza un desagradable cortejo acosador. Se extraña del desprecio de Lea, quien le deja claro que lo odia por ser un cosaco, los perseguidores y asesinos usuales de su pueblo. Constantin parece divertirse de la acusación y pasa a mayores abrazándola por la fuerza. El lenguaje gestual de Mozzhukhin es tan bueno que se puede construir casi toda su respuesta muda a la acusación de Lea. Sería más o menos así:
Constantin: ¿Yo un asesino? ¡Claro que no! ¿Cómo puedes pensar eso? Yo no hago esas cosas. ¿Cómo podría hacerte algo así… a ti? Nunca, a ti sólo te abrazaría… ¿Por qué no quieres que te abrace? Mira, tengo las manos limpias, no te voy a ensuciar, sólo a abrazarte... Así, así; ¡ven acá con tu malvado cosaco acosador! Vamos, no seas tonta, sólo quiero besarte.


Viendo a Constantin ocupado, el rabino alza un cuchillo con intención de matarlo, pero todos son interrumpidos por el pregonero que anuncia el inicio del Sabbat. Lea aprovecha la confusión de Constantin para escapar de su abrazo. Hay un agradable cambio en el tono de la escena y ahora son Mendel y Lea quienes molestan a Constantin sin usar ninguna violencia.
El rabino pone el cuchillo en la mesa y se aparta. El sorprendido cosaco comprende el peligro en que estuvo. ¿Ordena fusilar al rabino por su intención asesina? No; se queda observando con curiosidad el ritual previo a la cena de sus resignados anfitriones. Estos ven que no tiene intención de irse, así que deciden hacerle pasar una mala comida. Primero lo ignoran; después no le sirven vino hasta que lo pide; en vez de pan le dan un pequeño pedazo de corteza; por último le corresponde la cabeza del pescado, la que escudriña con desconfianza en busca de algo comestible. Todo esto es bastante divertido en gran parte gracias al excelente lenguaje corporal de Mozzhukhin. Se ha dicho que la incomodidad del gran actor hacia su desagradable e inconsistente personaje derivó en una caída de su rendimiento actoral, por lo común sobresaliente, pero estoy en desacuerdo con tal afirmación. Constantin es muy antipático y sus acciones son lo suficientemente confusas como para hacer de su interpretación un trabajo más que difícil, sin embargo Ivan Mozzhukhin era un actor de primer nivel, no una celebridad hollywoodense, y pudo conseguirlo. Con su mirada felina y gestos elegantes, Ivan logra que Constantin sea tan real como se pueda. Un tipo rarísimo y retorcido donde los haya, pero lamentablemente el mundo alberga bastantes lunáticos y chiflados.  


Joshua llega y pide ver a su prometida. Ante su timidez y nerviosismo Constantin le pregunta a Lea si lo ama. Ella sufre un repentino ataque de mudez que acentúa las nulas capacidades actorales de Mary Philbin. El rabino explica que es deber de Lea amar a su prometido y Constantin se muestra en desacuerdo. Para él el amor es algo que surge espontáneamente de la nada. Deduzco que este hombre leyó demasiadas novelas baratas o nadie le ha explicado que lo que él considera amor en realidad se llama atracción física o deslumbramiento. El amor no es un deber pero tampoco emerge súbitamente; el cosaco y el rabino están igual de equivocados.  
Constantin decide ser todavía más insufrible y para ello ordena fusilar a Joshua. Ante la intervención del rabino acepta dejarlo vivir si Lea se lo ruega. Esto alivia bastante a Joshua, aunque Lea no da la menor señal de estar dispuesta a ayudarlo. ¿Qué diablos sucede con esta chica? Se entiende que no ama a Joshua y desea librarse del compromiso matrimonial, pero conseguirlo haciendo que fusilen al pobre chico me parece una solución extrema que vuelve a Lea tan inconsistente como Constantin. Después de todo lleva cinco años comprometida con Joshua sin que él se le imponga; como mínimo debiera mostrarle un poco de simpatía e intentar ayudarlo. Joshua estará tan agradecido que le dará lo que ella pida, incluso el rompimiento del compromiso. Sabemos que Constantin no se conformará con una súplica, pero por el momento sólo ha pedido eso y Lea no tiene razón válida para negarse a cumplir un capricho tan infantil. Mas como sigue impávida en medio de la escena, su horrorizado padre le ordena cumplir la condición del cosaco. Ella obedece y entonces Constantin le exige que lo bese. El intertítulo es demasiado explicativo:
''Pon tu cara contra la mía. Bésame.''
Creo que no existe otra forma de besar que uniendo los rostros. No al menos para el tipo de beso que desea Constantin. Lea se niega a pesar de las desesperadas súplicas del aterrorizado Joshua, al que incluso mira con desprecio. Es innegable que al enfatizar tanto en el miedo de Joshua se pretende hacerlo ver como un cobarde, mas creo que cualquiera se comportaría de modo similar si su vida dependiera del capricho de un poderoso.


Constantin pierde la paciencia y antes de marcharse lanza su ultimátum: Quemará la aldea y a todos sus habitantes a menos que Lea se acueste con él esa misma noche. Quedé atónita al llegar a esta parte. ¿Realmente él dijo eso? Tuve que detener la películas y retrocederla unos segundos para cerciorarme de haber leído bien. Sí, lo dijo. No de forma tan directa, pero la intención es la misma. ¿Pero no se supone que Constantin es el galán de la historia? Pues resulta que también es el villano. Imposible, ¿cómo podría ser ambos? Es incongruente y vuelve todo demasiado confuso. ¿Hay que amarlo u odiarlo? No existe respuesta.


La noticia de la amenaza genocida se esparce por la aldea, y los aterrados habitantes exigen al rabino que Lea se sacrifique por su pueblo como hizo Ester. Lea se niega con horror y el rabino los calma recordando a quienes prefirieron la muerte antes que el pecado. Enseguida los cosacos entran en acción obligando a la gente a volver a sus casas. Tapian puertas y ventanas, acumulan paja, encienden antorchas y esperan la orden de los oficiales de Constantin. Esto es realmente horrible porque la gente no tiene la más mínima posibilidad de escapar. Se ven niños llorando tras las ventanas y adultos suplicando con terror. Ahora sólo podemos odiar a Constantin.
Finalmente Lea no soporta más el cruel dilema y va donde Constantin, que la recibe como si acudiera a una cita amorosa y no a un sacrificio. Él despliega encanto y alegría, pero Lea está más impávida y ensimismada que de costumbre. No responde a su plática, se niega a beber y escapa de sus brazos tras un par de besos no deseados. Constantin no comprende el rechazo. En su retorcida mente Lea acudió a él porque lo ama. ¿Qué otra razón tendría para hacerlo? Parece haber olvidado su salvaje amenaza; o quizá para él esas amenazas sean habituales en un cortejo amoroso. Pero entonces ella le explica que sólo está ahí para salvar a su pueblo y Constantin cambia mágicamente. 


Faltan varios segundos de metraje entre tomas a lo largo de toda la película; aquí la ausencia de esos segundos vuelve bastante extraña la escena e incluso hay unas tomas mal montadas: Constantin y Lea están frente a frente en la habitación; enseguida lado a lado en el balcón y otra vez en la habitación antes de volver al balcón. Aunque dudo que el asunto pudiera mejorar ni siquiera con el metraje completo y bien montado. 
Constantin suelta unas líneas cursis sobre la belleza de Lea y el horror de la guerra. Enseguida le dice que puede irse y que siempre la recordará. Aliviada, Lea rompe a llorar de un modo que provoca risa, no empatía. En aquel momento un cosaco informa a Constantin que los austriacos vienen a liberar la aldea; hay que huir de inmediato. Lea accede a dar un beso de despedida a Constantin y entonces descubre que está enamorada de él aunque sea un canalla acosador que la chantajeó sexualmente, y un genocida que acostumbra quemar viva a la gente en sus casas, niños incluidos. Se dice que en gustos no hay nada escrito pero creo que aquí los guionistas se fueron un poco al extremo. Cierto que él es endiabladamente guapo, pero la oscilación entre crueldad y galantería anula todo su atractivo físico. Definitivamente el giro de la historia no se puede tomar con seriedad, es demasiado falso.


Lea esconde a Constantin de los austriacos, que no se molestan en revisar las habitaciones, y acepta su anillo como compromiso matrimonial… Esto se pone cada vez más extraño… Parece que ambos olvidaron todo, incluso el asunto de la religión. Ella es judía y él es cristiano ortodoxo. ¿Quién los casará? ¿Cómo educarán a sus hijos? ¿En que idioma les hablarán? No hay tiempo para pensar en nada porque Joshua entra en la habitación y dispara contra Constantin, hiriéndolo. De alguna manera Lea consigue desarmarlo (otra vez falta metraje) y el cosaco escapa.   
Joshua revela a los demás la traición de Lea y todos acuden a pedir explicaciones al rabino. Lea llega al lugar y de manera muy estúpida confiesa que ama a Constantin y que se casará con él. El furioso rabino la expulsa de su casa y todos se vuelven contra ella, que no comprende la razón de tanto enojo y desprecio. Al igual que Constantin, Lea parece no entender como funcionan las cosas.
Algunos espectadores tienen la errada percepción de que los aldeanos actúan de manera hipócrita al inducir a Lea a ir con Constantin y luego enojarse de que fuera. En realidad la gente no está furiosa por eso sino por el enamoramiento. Que Lea sacrificara su doncellez para salvarlos era aceptable e incluso loable, pero enamorarse del potencial genocida y violador y decidir casarse con él porque le soltó unos versitos baratos, es algo muy diferente. ¿Cómo podrían no enfurecerse con la noticia de que la hija de su líder espiritual ama al mismo hombre que poco antes estaba dispuesto a quemarlos vivos a todos a menos que ella accediera a dejarse violar por él? No hay hipocresía sino una justa cólera que estalla y entonces el pueblo comienza a apedrear a Lea. El rabino interfiere y consigue que lo maten de una pedrada, tan delgado es, pero Lea sobrevive y abandona la aldea.
Años después Constantin regresa. La Revolución le quitó su rango y fortuna y ahora parece ser un campesino. Se reencuentra con Lea en las afueras del cementerio judío y todo está bien. En realidad no; nada de lo sucedido después del primer encuentro de Lea y Constantin tiene el menor sentido, pero así termina.
 
En alguna parte leí que Mary Philbin e Ivan Mozzhukhin se tomaron tal antipatía mientras filmaban Rendición que casi no podían verse. Como ninguno hablaba el idioma del otro imagino que no podían simpatizar en ninguna forma, sin embargo los intensos duelos de miradas entre ambos están entre lo poco bueno de la película. Mary Philbin era una actriz tan limitada que emparejarla con un actor de la talla de Mozzhukhin, que además estaba acostumbrado a trabajar con actrices eficaces, no fue precisamente bueno para su carrera. Y sin embargo el coprotagonista se llevó la peor parte dado lo horrible de su rol. 
Es difícil entender por qué Universal intentó lanzar la carrera hollywoodense de Mozzhukhin poniéndolo en una película tan mala. Se ha llegado a asegurar que la verdadera intención del estudio era destruirlo para así deshacerse de la competencia que significaba para los galanes de Hollywood, pero esto claramente es un absurdo. La estrategia de Hollywood frente a la competencia europea era más sutil: Saqueaba sus cinematografías ofreciendo suculentos contratos a sus estrellas y así, a la vez que minaba el campo enemigo, agregaba talento a su propia industria. El Hollywood de los años 20 estaba lleno de gente que antes triunfó en el viejo mundo: Pola Negri, Victor Sjöström, Ernst Lubitsch, Conrad Veidt, Lars Hanson, Emil Jannings, Greta Garbo, Paul Leni… Ivan Mozzhukhin había triunfado en Rusia y luego, desde Francia, en toda Europa, convirtiéndose en presa codiciada para Hollywood.  
Lo que realmente sucedió fue que el director de Universal, Carl Leammle, se empeñó en filmar una adaptación cinematográfica de una de sus obras teatrales favoritas, Lea Lyon, e impuso al recién contratado Mozzhukhin y a la actriz mimada del estudio. Tener a un actor ruso para interpretar a un cosaco debió aumentar su entusiasmo, porque Rusia estaba de moda debido a la Revolución. Así que contra toda opinión disidente Leammle ordenó la filmación de Rendición. Pero la historia a contar era tan absurda e infame que no resultó y Mozzhukhin regresó a Europa y se unió a la cinematografía alemana.


Rendición cuenta con una hermosa cinematografía y una historia ágil que desagrada y molesta pero no se hace tediosa. Los duelos de miradas entre Mozzhukhin y Philbin son muy tensos, y él, aún interpretando a un tipo demasiado dual, se desempeña muy bien. Su labor aquí nunca está a la altura de sus mejores obras, pero tampoco es una actuación perdida. Un Mozzhukhin regular siempre es mucho mejor que el promedio de los actores silentes. 
Esta fue la tercera película de Mozzhkhin que vi y la primera que vi sólo por él. Mala elección. Pero aunque desprecié y odié a su personaje, no pude evitar sentirme conmovida con su interpretación. Por lo tanto recomiendo Rendición a quien sienta curiosidad por la única y fallida película americana de Mozzhukhin, a sus admiradores dispuestos a ver todas sus películas disponible (aquí entro yo) y, claro, a los masoquistas que gusten de torturarse con historias desagradables.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario