25/08/2023

Conrad Veidt sobre actores y veracidad

Creo sinceramente que el actor debe esforzarse por representar fielmente la naturaleza humana en la pantalla y en el escenario. En particular, esto es esencial para la pantalla, porque quizás dentro de un siglo la gente de esa época verá películas que representen a la gente de ésta.
No puede dar una imagen fiel de la humanidad si no vive su parte. También es imposible que un personaje malo, o irreal, viva con exactitud en la pantalla.
Por eso creo que la primera necesidad de una buena película es una buena historia. Los actores sólo pueden mostrarse con ventaja cuando tienen personajes que valen la pena.
Una historia realmente buena es merecedora del mejor arte que el mundo del cine puede producir. Una historia así sería rica en partes que dejarían una impresión indeleble en el hombre que las interpretara.

Conrad Veidt



18/08/2023

Imágenes icónicas del cine mudo

En el cine hay imágenes que cualquiera, aficionado o no, puede identificar. Son imágenes que se prenden a fuego en la retina por su impacto, belleza, sorpresa, desolación... 
El cine es entretención, arte y emoción, pero antes que nada es imagen, fotografía. Y en el cine mudo hay imágenes que [casi] cualquier persona reconoce porque han traspasado la barrera de su nicho. 
La publicidad, el videoclip y la música pop alternativa han echado mano a imágenes e historias del cine mudo para desarrollar las propias. Desde los años 60 del siglo XX temblorosos fragmentos de películas no disponibles aparecieron en documentales y videos, fascinando por su lejanía e indisponibilidad. Fotogramas adornaron cubiertas de discos musicales. Fotos promocionales obtenidas de archivos privados adornaron enciclopedias. Se exhibieron borrosas películas sin intertítulos. La televisión dispuso de viejas películas de Chaplin, Keaton y Laurel y Hardy para hacer reír a niños y adultos... De muchas formas, el cine mudo siempre estuvo ahí, lejano y cercano. Y así, algunas imágenes se volvieron comunes. Estas son las más famosas, de menos a más.


La joven dormida y la muerte
La sugestiva imagen de una joven dormida en un elegante diván con la sombra de la guadaña pendiendo sobre ella solía aparecer cuando se mencionaban viejas películas de vampiros. Vampyr (1931), retitulada en español "La bruja vampiro", obra semisilente del maestro Carl Theodor Dreyer, ganó fama de oscura, densa y maravillosa sin siquiera ser exhibida. Una imagen valió por cualquier palabra.

 
 
El Conde Orlock sorprendido por el amanecer
Nosferatu (1922) nunca fue una película perdida -¡aunque se intentó!- pero, como la mayoría disponible, por años circuló en pésimas condiciones. Fotogramas y fragmentos nebulosos aparecieron en obras musicales asociadas a la subcultura gótica. A la vez, las múltiples y contradictorias interpretaciones sobre su contenido, la muerte prematura de Murnau y la falta de información respecto a su producción, alimentaron una leyenda negra que sólo ahora comienza a ser cuestionada. 
La imagen de Orlock sorprendido por el amanecer es quizá la más conocida de un filme con muchas imágenes reconocibles. Su mirada al espectador es aterradora; sabe que está perdido. Tuvo la sangre de una mujer pura, mas esa misma sangre lo retuvo por demasiado tiempo. Ahora morirá.

  
  
La ciudad y el robot
Metrópolis (1927) anticipó mucha de la ciencia ficción posterior. Todavía es una de las cumbres del género y el cine mundial, pero durante décadas fue imposible verla completa; existía sólo en trozos dispersos por el mundo. Magnificos trozos.
Las imágenes de la colosal ciudad ideada por Fritz Lang asombraron y fascinaron a todo el que pudo verlas. Metrópolis, con sus coches aéreos y rascacielos cruzados por pistas vehiculares, se transformó en el modelo de todas las grandes urbes futuristas del cine. De Metrópolis derivan, entre otras, ciudades tan distantes como la Nueva York de 1980 en Just Imagine (1930), y la de mediados del siglo XXIII en El quinto elemento (1997); Los Ángeles de 2019 en Blade Runner (1982), la ciudad en tinieblas de Dark City (1998) y la Metrópolis del filme homónino (2001), adaptación muy libre del manga del mismo nombre que Osamu Tezuka ideara en 1949 tras ver una foto de la película alemana. 
Y junto a la ciudad, el magnífico robot, la primera ginoide del cine. Su figura rodeada por círculos de luz en el laboratorio del "científico loco" es tan reconocible como la sonrisa de La Gioconda, pero más hermosa. 

 
 
Cesare cargando a Jane
El gabinete del doctor Caligari (1920) siempre fue una película de culto, incluso cuando su deterioro era tal que al verla apenas se podían distinguir los contornos de las figuras en escena. Siempre se habló de ella con cautela y cierta reverencia. 
Filme isla irrepetible, el Caligari de Robert Wiene legó muchas tomas inolvidables, pero la de Cesare cargando a Jane en la cintura es todo un referente del cine alemán. En 1979 la banda inglesa Bauhaus utilizó la imagen como contraportada para su single debut Bela Lugosi's dead; nacía oficialmente la subcultura gótica y cesare/Conrad Veidt pasaba a formar parte de ella.



El cochecito cayendo y la madre gritando
¿Quién no conoce la famosa y tensa escena del cochecito de bebé cayendo por unas escaleras? Es la más recordada de El acorazado Potemkin (1925), obra maestra indiscutida de Eisenstein y otra de las cumbres del cine. La escena ha sido objeto de homenajes y parodias en distintos medios y es la primera que acude a la mente cuando se menciona la película.
Igual de impactante fue la toma del rostro de la madre gritando con horror a la cámara poco antes de recibir un disparo mortal. Su uso en un popular videoclip atrajo la atención de un público nuevo hacia una película considerada imprescindible.



El jeque posando
Rudolph Valentino con su traje de The Sheik (1921) adornó las paredes de cientos de chicas durante generaciones. Muchas nunca vieron la deplorable película, mas el atractivo del actor italiano y su fama de galán, acrecentada por su prematura muerte, lo convirtieron en un ídolo y símbolo sexual eterno.



El vagabundo y el chico
Las grandes películas de Charles Chaplin están llenas de escenas y tomas memorables y El chico (1921) posee varias de ella. Destaco la del vagabundo y el niño sentados en la entrada de una casa, imagen que se puede encontrar en forma de carteles, cuadros y murales, y ha sido impresa en camisetas, tazones y pegatinas.

 
 
La luna con un cohete en un ojo
La única imagen del cine primitivo que se convirtió en icónica -al menos en el siglo XX-; el símbolo de su increíble capacidad de hacer realidad las más descabelladas fantasías. George Méliès no pudo anticipar lo que su desbordante imaginación iniciaba al crear El viaje a la Luna (1902), pero si regalar al futuro una imagen que más de cien años después mantiene intacto su poder. 



Harold Lloyd colgando de las manecillas de un reloj gigante
La imagen más conocida del cine mudo. Un gag sorprendente, ingenioso, original y arriesgado con el que Harold dio justo en el blanco en Safety Last (1923). No hay más que decir. 

 
 

11/08/2023

Mantrap (Victor fleming, 1926)

Hablar en contra de una película protagonizada por Clara Bow no es un trabajo difícil. La simpática pelirroja no se caracterizó precisamente por participar en grandes obras del séptimo arte, sino por estelarizar películas de consumo rápido cuya principal función era entretener al público. No existe problema con este tipo de filmes, pero hay una gran distancia entre una película menor divertida y una película menor desagradable.
Mantrap se ofrece como una comedia amorosa. Como comedia no logra su objetivo; el humor es débil y hasta ridículo; como historia de amor deja muy bajo el gran sentimiento. Y cuando el humor no funciona y el amor se muestra en mala forma, las películas se vuelvan molestas. Mantrap es desagradable y ni siquiera el gran encanto de Clara Bow consigue ocultarlo. Por cierto, viendo lo bien que ella desempeña su rol es de lamentar que no se le permitiera salir de su encasillamiento como "la chica it" y trabajar en obras de mayor profundidad. Al menos queda su encanto.


Resumen: ALERTA DE SPOILER
Ralph Prescott (Percy Marmont), abogado neoyorquino especialista en divorcios, está tan cansado del permanente coqueteo de sus clientas que desea alejarse de las mujeres. Su amigo Wes Woodbury (Eugene Palette) le propone ir a acampar junto al río Mantrap en la frontera canadiense, un lugar tan apartado de la ciudad que “un hombre puede recorrer millas sin que se le peguen chicles en las suelas de los zapatos”.
Mientras en Mantrap, el rústico tendero Joe Easter (Ernest Torrance) confiesa a su amigo de la policía montada lo harto que esta de aquel pueblo sin mujeres. Recuerda haber visto el tobillo de una chica veinte años atrás. Su amigo rápidamente lo pone al tanto de la novedad: Ahora las mujeres muestran mucho más que el tobillo. Fascinado, Joe decide darse un viajecito a la ciudad, y apenas llega allí es embelesado por las hermosas piernas de la joven manicurista Alverna (Clara Bow). Joe entra en el salón de belleza masculino donde trabaja Alverna y se aplica todo el paquete de arreglos sólo para mantener una larga charla con ella. Luego la invita a cenar. Alverna finge un rechazo inicial de modo muy poco convincente.


Algunas semanas después Ralph y Wes realizan su acampada en los bosques de Mantrap. A la primera lluvia empiezan los problemas y ambos acaban enzarzados en una pelea. Joe llega al lugar en su bote, calma las cosas e invita a Ralph a su casa. Este piensa que todo irá mejor; no está acampando ni hay mujeres cerca. Pero al llegar a casa de Joe una hermosa muchacha sale a recibirlos. Es Alverna, ahora esposa de Joe. Aquí las cosas dejan de ser absurdamente simpáticas para volverse incomprensibles. No se explica por qué una joven, hermosa e independiente citadina abandona su  trabajo en la ciudad para convertirse en ama de casa en medio de la nada casándose con un hombre lo bastante mayor como para ser su padre. Se acepta que se trató de un matrimonio equivocado, pero no se explica por qué se realizó. Según Joe, Alverna lo encontró "diferente" a las hombres de ciudad. Eso es demasiado vago. Tampoco se puede argumentar que Alverna no supo como deshacerse de Joe después de la primera cita pues ya tenía experiencia con hombres mayores; el "galán" que la lleva al trabajo en su primera aparición es incluso mayor que Joe. Una chica con un nombre tan inusual sabe muy bien como manejar sus asuntos.


De inmediato Alverna inicia un coqueteo con Ralph, que parece tener sólo unos pocos años menos que Joe. Adopta el papel de la inocentona que toquetea y besuquea al invitado como parte de un juego que también incluye algunas frases de flapper.
Durante la noche Joe decide montar guardia luego de un intento de robo. Alverna aprovecha la ocasión para tratar de seducir a Ralph. Ahora actúa como la pobrecita asustada; al no funcionar, insiste con sus frasecitas dizque ingeniosas y enseña un poco de carne. 
Esto no es gracioso. Alverna no es una chica libre y simpática, como he leído en muchos comentarios entusiastas, sino una esposa que trata de seducir a un invitado de su marido para que la saque del hogar. Una chica libre y "moderna" se iría sola, no intentaría marcharse como mujer raptada para así arrojar sobre otro la responsabilidad de su decisión. Lo peor es que ella hace esto mientras su marido cuida la seguridad del hogar. Joe puede no ser joven ni guapo, pero es un tipo simpático que no merece un engaño como el que planea Alverna. Si ella está harta de él debe decírselo y acabar todo de manera correcta.


Cuatro semanas después Ralph sigue instalado en casa de Joe. Alverna no ha conseguido hacerlo caer en su juego pese a la atracción que provoca en él. Como Joe, Ralph es un tipo decente. Pero solos en el campo, Alverna intenta obtener un beso. Ella es tan libre que lleva cuatro semanas esperando que el hombre de el primer paso. Ralph la rechaza y critica su insistencia en comportarse "como una tontita", gran acusación, y expresa su decisión de volver a la ciudad. Parece que si Alverna no hubiera insinuado el beso Ralph seguiría en casa de Joe hasta ser echado.  


El día de la partida Alverna decide irse con Ralph. Está harta de Mantrap. No es Ralph quien le interesa, sino irse. Mientras, el bueno de Joe ha puesto la mesa y hasta flores para tener una primera comida a solas con su mujercita en más de un mes. Cuando ella no aparece, sale a buscarla en su bote (sí, hay una opaca imitación de la excelente Johan de Mauritz Stiller).
Avanzando por el bosque, Ralph finalmente cae en el juego de Alverna y por un momento parece que serán una pareja feliz una vez él la divorcie de Joe, pero los problemas empiezan cuando se pierden y ella coquetea con un piloto que les da algunas provisiones. Parece que ninguna mujer puede estar sin coquetear a menos que sea vieja y fea, caso de la antipática y estereotipada vecina de Joe.
Joe los encuentra y en lugar de recriminarlos le advierte a Ralph que Alverna sólo le causará problemas. Ella se defiende como una niñita enojada y ambos hombres comienza a hacer planes respecto a ella como si hablaran de una mascota. Por fin Alverna se cansa y decide que se irá y será dueña de sí misma. ¡Excelente decisión, Alverna!  Pero algún tiempo después vuelve con Joe porque…  extrañaba Mantrap, aunque a los pocos segundos está coqueteando con el nuevo policía de la zona.
 

Mantrap es pura misoginia; en ella hay sólo dos clases de mujeres: Jóvenes bonitas desesperadas por librarse de un hombre para arrojarse en brazos del siguiente que se les cruce por delante, y viejas feas (al menos una de ellas) maliciosas, entrometidas y fanáticas de la moda victoriana. Las únicas opciones de "galanes" para la guapa y joven protagonista son hombres aburridos que le doblan la edad. Y ella, la heroína de extraño nombre, una chica más descarada que libre, no siente ni pizca de vergüenza a la hora de intentar engañar a su marido con un hombre por el que no siente nada, comportándose para ello como una niña bobalicona a la que debemos tomar por una mujer mundana y dueña de sí misma. Este descaro irracional que muchos confunden con la libertad me hace dudar un poco de la identidad de Alverna. ¿Es ella una digna representante de la flapper o sólo una tontuela coqueta? Quizás ambas. Se supone que eso cause risa, sin embargo el asunto no es divertido, es incómodo. Puedo entender y justificar un adulterio en un drama o comedia, pero Mantrap no es ni lo uno ni lo otro. De hecho no podría adjudicar esta película a ningún género determinado. ¿Quizás "Intento Fallido de Comedia Suave"?
Película menor, Mantrap podría gustar a los admiradores de Clara Bow; ella está guapísima y actúa muy bien su estúpido personaje, haciéndolo tan creíble como exasperante. También agradará a los interesados en las flappers y a los admiradores del grandulón Ernest Torrance, un secundario de lujo; los demás abstenerse.