26/05/2023

Thaïs (Anton Giulio Bragaglia, 1917)

La gran obra del cine futurista italiano es un dramón convencional de divas con exceso de tópicos y escasez de futurismo. La historia no pasa de un melodrama al uso, con mujeres muriendo de amor por hombres rendidos ante cortesanas caprichosamente vestidas. Sólo en sus últimos minutos Thaïs (tambien conocida como Pérfido encanto) presenta algo de los postulados futuristas mezclados con otros ismos de la época.


Resumen: ALERTA DE SPOILER
La licenciosa condesa Vera Preobrajenska (Thaïs Galitzky) ha ganado fama como escritora excéntrica bajo el nombre de Thaïs. Su amiga Bianca Bellincioni Stagno (Liena Leonidoff), experta bailarina, ama profundamente al conde San Remo (Mario Parpagnoli), que sólo tiene ojos para la extravagante Thaïs. 


Thaïs no ama a nadie. Su pasión caprichosa es coleccionar admiradores y amantes a los que trata como juguetes y convierte en marionetas para su libertina diversión. En su mansión, con imágenes simbólicas pintadas en las paredes, tiene un cuarto especial decorado con estilizados motivos geométricos al cual planea retirarse cuando se harte de la vida.


Thaïs lanza el anzuelo sobre San Remo al mismo tiempo que es cortejada por su primo Oscar (Augusto Bandini). El conde cae sin esfuerzo en los brazos de la fascinante seductora, que se burla de él como de todos. Para aumentar su malsano placer, Thaïs consigue que Bianca descubra el amorío, para ella un juego más. Pero Bianca, devastada, se arroja a una loca cabalgata en la que encuentra la muerte.
Llena de culpa por la pérdida de su amiga, Thaïs se suicida en su cámara vanguardista del modo más irracional posible: Exponiéndose a los vapores de flores venenosas.


El futurismo fue uno de los muchos movimientos artísticos surgidos a principios del siglo XX. Nació en Italia en 1909 y, en términos simples, exigía rechazar el academicismo y tradiciones del pasado aplaudiendo las innovaciones técnicas y científicas del presente y futuro. Se caracterizó por su obsesiva representación del movimiento y la velocidad, derivando en una sublimación de la violencia en todas sus formas hasta acabar ligado al fascismo.
El fotógrafo italiano Antón Giulio Bragaglia fue un destacado futurista; experimentó con la fotografía, diseñó escenarios y dirigió películas. Thaïs fue su debut como cineasta futurista y el resultado es, cuando menos, extraño, puesto que los postulados del futurismo ocupan poco espacio en el filme; curiosamente, este abraza la tradición: Hay evocadoras imágenes de paisajes, los intertítulos incluyen versos de Baudelaire, y uno de los personajes (Bianca) se hace eco del romanticismo.
La propia Thaïs no pasa de ser una protomujer fatal que seduce haciendo morisquetas y enseñando repetidamente la dentadura. No hay explicación a la amistad entre esta libertina y la romántica e inocente Bianca; tampoco sabemos nada de sus múltiples amantes.


Las tomas interesantes del final apenas compensan del resto de la película. Esa habitación pintada por Enrico Prampolini con símbolos y patrones geométricos; ese estudio donde Thaïs se inmola en pago por la muerte de Bianca, es lo único moderno y destacado del filme. Los dibujos, formados por espirales, líneas cruzadas y tableros de ajedrez que encierran gatos y lechuzas, conectan con el cubismo francés y el constructivismo soviético, y la agonía de Thais, su tardía e inútil lucha por la vida, vuelven casi abstracta y expresionista la escena de autodestrucción. Así, el desenlace anticipa otros ismos más interesantes, artísticos y duraderos que el destructivo futurismo, hoy sólo un recuerdo.  
Recomendable como curiosidad histórica.



19/05/2023

Actores y actrices con libros

Está de moda la idea de que leer es sexy. En realidad no lo es. Leer es importante, útil y necesario. También es divertido y enriquecedor. Sin embargo, no podemos negar que las personas atractivas e interesantes lo parecen incluso más cuando se acercan a un libro. El aura de intelectualidad asociada a la lectura aumenta ese "algo" que ya poseen, poniéndonos a salivar de la impresión. 
Como amante del cine, he visto muchas imágenes de actores y actrices que admiro leyendo libros o junto a una biblioteca. Son actores cuyas películas me entregan emoción, diversión y arte; algunos también despiertan ciertas "sensaciones" en mí y a otros simplemente los amo. Y, como bonus, también conectan con mi lado leedor. ¿Qué más necesito para seguir interesada en ellos? 
Esta es una recopilación de imágenes "lectoras" de algunos actores y actrices que admiro. Hay otros que hubiera querido incluir, pero no encontré ninguna foto lo bastante buena.

Mary Pickford

Joseph Schildkraut

Gloria Swanson

Ivor Novello

Colleen Moore

Buster Keaton

Natacha Rambova y Rudolph Valentino

Mildred Davis

Gary Cooper

Ramon Novarro

Karin Molander

Lillian y Dorothy Gish
 
Douglas Fairbanks

Musidora

Conrad Veidt

Greta Garbo

Asta Nielsen

Lars Hanson

Ethel Barrymore

Anexo:
Buscando imágenes de actores con libros, encontré esta de Ethan Hawke que me hizo gritar: "¡¡Ahhh, Lars!!"


Pues el libro que Ethan sostiene es una edición de la novela La leyenda de Gosta Berling de Selma Lagerlof con un fotograma de la película homónima como portada, la que estelarizó Lars Hanson en 1924... Sí, hace casi cien años ya.
Acá el correspondiente fotograma. O el más cercano que encontré. Me pregunto donde estará esa edición del libro; la quiero sólo por la portada. 
(Y sí, la actriz que comparte escena con Lars es Greta Gustafsson, la futura Greta Garbo, pero ella no me conmueve).


Para más imágenes de actores con libros, ir a la publicación original y su continuación en mi blog de literatura: Aquí, y aquí.  


12/05/2023

La primera entrega de los Oscar

El Premio de la Academia (Academy Awards), mejor conocido como Premio Óscar, es el más famoso de los galardones cinematográficos. Su entrega anual televisada es un evento mundial que genera todo tipo de expectativas y debates, ¿pero cuál es el origen de este trofeo y de la academia que lo entrega?
Todo inicio como una idea de Louis B. Meyer, cofundador de MGM y el Star-system. A comienzos de 1927 el mítico presidente del estudio del león decidió mejorar la imagen pública de la industria cinematográfica, a esas alturas severamente dañada por muertes misteriosas y escándalos sexuales. Al mismo tiempo, buscaba evitar la sindicalización de los trabajadores del cine, ansiosos de escapar al férreo control que los estudios ejercían sobre sus sueldos y vidas. 
Así, el 11 de mayo Mayer reunió a 36 personalidades de Hollywood en un banquete en el Hotel Ambassador para plantear sus propuestas respecto a la creación de la Academia. Los 36 fundadores incluían actores, directores, abogados, productores, técnicos y escritores de cine. Los actores fueron Richard Barthelmess, Jack Holt, Conrad Nagel, Milton Sills, Douglas Fairbanks, Harold Lloyd y Mary Pickford. Los directores: Cecil B. DeMille, Frank Lloyd, Henry King, Fred Niblo, John M. Stahl y Raoul Walsh. Todos nombres muy conocidos. 

Sí, ellos estuvieron ahí.

Milton Sills, el único nombre de la lista
que no reconocí de inmediato.
Mea culpa.

Ese día se fundó la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas (Academy of Motion Picture Arts and Sciences: AMPAS), y Douglas Fairbanks fue escogido como primer presidente. 
Pero el proyecto no consiguió su objetivo inicial de mantener a los trabajadores del cine bajo control de los estudios. Se armaron sindicatos y hubo exigencias salariales; entonces Mayer tuvo otra idea: "Encontré que la mejor forma de manejar [a los cineastas] era colgándoles medallas por todos lados. Si yo les daba copas y premios ellos matarían para producir lo que yo quisiera. Por eso creé los Premios Óscar".

Louis B. Meyer.

Así se hizo. La Academia decidió centrar su actividad en la entrega de un premio que, al menos oficialmente, reconociera la labor de los trabajadores de la industria cinematográfica.
La primera entrega de los Óscar se realizó el 16 de mayo de 1929 en una cena privada de etiqueta en el Salón Blossom del hotel Hollywood Roosevelt. Los ganadores se habían anunciado tres meses antes y los 270 invitados, distribuidos en 36 mesas, pagaron 5 dólares por asistir. El trofeo recibido era una estatuilla de estaño y bronce bañada en oro, de 35 centímetros de alto y 3,8 kilos de peso, y todavía no poseía nombre.  

El Hollywood Roosevelt Hotel,
inaugurado el 15 de mayo de 1927, cuatro días después de la creación de la Academia. 

Dividido en doce categorías, algunas hoy inexistentes, el Academy Awards original premió los logros de los años 1927 y 1928. Fue la primera y última vez que el cine mudo participó en los Óscar hasta el año 2012, cuando The Artist se convirtió en la película muda más premiada de la historia. 
La ceremonia misma tuvo de anfitrión al presidente de la Academia, el querido Douglas Fairbanks, y duró sólo 15 minutos. 

Categorias y premiados
Película sobresaliente: Alas (Wings, 1927, William A. Wellman).
Producción única y artística: Amanecer (Sunrise, A Song of Two Humans; F.W. Murnau,  1927).
En la entrega de premios de 1930 estas categorías se fusionaron en una sola, la de Mejor Película, y se consideró retrospectivamente a Alas como la premiada. ¿En serio? ¿Alas mejor que Amanecer? Mmm...

Lo siento chicos, pero no.

Mejor director de un drama: Frank Borzage por El séptimo cielo (7th Heaven, 1927).
También estuvo nominado King Vidor por La multitud (The Crowd, 1928). Dura contienda, sin duda.
Mejor director de una comedia: Lewis Milestone por Hermanos de armas (Two Arabian Knights, 1927).
¡Le ganó a Chaplin, nominado por El circo (The Circus, 1928)!
Mejor actor: Emil Jannings por sus roles en La última orden (The Last Command, Josef Von Sternberg, 1928) y El destino de la carne (The Way of All Flesh, Victor Fleming, 1927), esta última hoy perdida. 
Jannings no asistió a la premiación porque para esa fecha había retornado a Alemania; fue fotografiado con su Óscar semanas antes de la ceremonia, convirtiéndose así en el primer actor en recibir el luego preciado galardón.

Frank Borzage.

Emil Jannings.

Mejor actriz: Janet Gaynor por sus roles en El séptimo cielo, Amanecer y El ángel de la calle (Street Angel, Frank Borzage, 1928). 
La gran ganadora de la noche. Años después declararía: "Naturalmente, estaba emocionada, pero al ser el primer año, los Óscar carecían de historia y tradición, y, por supuesto, no significaban lo que significan hoy. Si hubiera sabido entonces lo que serían en los próximos años, estoy segura de que me habría sentido abrumada. En ese momento creo que estaba más emocionada por conocer a Douglas Fairbanks".


Mejor guión original: Ben Hecht por La ley del hampa (Underworld, Josef Von Sternberg, 1927).
Le ganó a El circo y La última orden.
Mejor guión adaptado: Benjamin Glazer por El séptimo cielo; original de Austin Strong.
Mejor direccion de arte: William Cameron Menzies por La paloma (The Dove, Roland West, 1927) y Tempestad (Tempest, Sam Taylor y Víktor Tourjansky, 1928).
Mejor fotografía: Charles Rosher y Karl Struss por Amanecer.
Mejores efectos de ingeniería: Roy Pomeroy por Alas.
Mejor escritura de intertítulos: Joseph W. Farnham.



05/05/2023

Sólo dos buenos chicos del otro lado

Artículo publicado en la revista Photoplay en julio de 1927.


A algunos les gustan fríos.
Considere a Lars Hanson, quien le dio a Lillian Gish tal competencia por los honores en "La letra escarlata", que se le dio el protagónico sin reservas en la producción de John Robertson, "Capitán Salvación", que figura entre las seis mejores películas del mes, mientras que su actuación está entre los mejores del mes.
El señor Hanson proviene de la fría y distante Suecia, donde las noches son largas y el arte es serio. Es uno de esos nórdicos fuertes y silenciosos con cabello rubio y ojos como hielo azul. Un joven reflexivo y estudioso que ve en las películas, no explotación personal, sino algo delicado, algo noble, algo grande y nuevo para el artista. Como Varconi en un aspecto, Hanson pertenece a la flor y nata del elemento extranjero en Hollywood. No es un príncipe falso, un noble arrestado, sino un actor de renombre en su propio país, miembro del Teatro Real de Estocolmo.


Hanson es un gran trabajador, con años de lucha y experiencia en su haber. Un hombre discreto, orgulloso y tímido que se hundirá en un silencio glaciar en lugar de hablar de su éxito y de sus asuntos personales. Vino a Estados Unidos por su Gran Oportunidad y no va a  arruinarse a sí mismo. El ardiente sol de Hollywood lo ha iluminado durante más de un año, los fuegos del temperamento se han apoderado de él; pero Lars Hanson aún no se ha descongelado.
Su esposa es Karin Molander, una distinguida y bella actriz sueca. Ella no aparecerá en la pantalla, no. Uno en la familia es suficiente. Pero estudian juntos, trabajan juntos y el mundo más alegre de Hollywood no los conoce. Sin embargo, les gusta Estados Unidos, sí. Y la razón es simple.
“Sus películas”, dice Hanson, “serán las mejores. Su gente tiene el aplomo y la confianza para hacer grandes filmes que triunfen".
Y el señor Hanson quiere participar en ese triunfo.