Esta terrorífica producción es la película que consagró a John Barrymore como actor de cine, transformándolo en una estrella de la pantalla. Doctor Jekyll and Mr. Hyde (John S. Robertson, 1920) no fue la primera adaptación al cine de la famosa novela corta de Robert Louis Stevenson, pero sí la primera gran película americana de terror y una de las mejores del más famoso de los Barrymore en su etapa silente.
Resumen: ALERTA DE SPOILER
Henry Jekyll (John Barrymore) es un médico joven, guapo y adinerado que financia y atiende una clínica gratuita para los más pobres de Londres. Su filantropía y buen comportamiento son alabados por su colega y amigo Richard Lanyon (Charles Lane), y cuestionados por sir George Carewe (Brandon Hurst), un cínico libertino que ha "educado" a su única hija, Millicent (Martha Mansfield), en la ignorancia y la ingenuidad. El abogado John Utterson (J. Malcolm Dunn) corteja a Millicent pero ella prefiere a Jekyll, admirada de su dedicación y entrega a los más desvalidos.
Una noche en que se le espera para cenar en casa de Carewe, Jekyll se retrasa atendiendo a los pobres. Tras la cena los hombres hablan de él. Contra la opinión de los demás, Carewe afirma que ningún hombre puede ser tan bueno como parece. Cuando Jekyll por fin se presenta Carewe empieza a minar sus ideas altruistas con una implacable filosofía hedonista. Insiste tanto que finalmente Jekyll se intranquiliza y duda de sí mismo.
Para tentarlo, Carewe lo conduce al cabaret donde se presenta la bailarina Gina (Nita Naldi). El soso baile de la joven italiana atrae la atención de Jekyll y de Carewe, que la invita a reunirse con ellos; Gina no muestra entusiasmo alguno por Carewe, al contrario, pero el hermoso doctor Jekyll enciende su mirada. Se acerca a él y lo abraza con la intención de besarlo. Jekyll se paraliza de asombro al sentir despertar sus deseos más oscuros y entonces, asustado, huye.
El doctor Lanyon acompaña a casa al perturbado Jekyll. Dominado por anhelos hasta ese momento dormidos, Jekyll comenta lo maravilloso que sería poder separar las dos naturalezas humanas para ceder a toda tentación sin dañar el alma. Piensa que la ciencia podría lograrlo. Parece tan alucinado con la idea que el conservador Richard, siempre opuesto a los experimentos e investigaciones de su visionario colega, se marcha molesto dejándolo solo con sus peligosos pensamientos.
Entregado por completo a sus nuevos planes, Jekyll experimenta en su laboratorio durante días hasta por fin obtener la fórmula de un bebedizo que realizará su deseo. La pócima está lista y Jekyll ahora duda... Pero las palabras de Carewe vuelven a su memoria y lo deciden. Bebe y la poción parece quemar su garganta. Luego, entre sacudidas convulsivas, el hermoso y elegante médico se transforma en un tipo feo y vulgar de largos dedos ahuesados.
Esto lo sorprende; no esperaba un cambio físico tan profundo. Se toca el rostro y enseguida corre a la casa para verse a un espejo: Tiene la espalda curva, el cabello largo y despeinado, los rasgos afilados y marcados, y expresión viciosa. Parece conforme. ¿Puede, sin embargo, regresar a su estado normal? Hace una remezcla, la bebe, vuelve ante el espejo y se mira con precaución. Sí, ahí está su bonito rostro.
Jekyll llama a su "máscara" Eduard Hyde. Bajo esta identidad arrienda habitaciones en una sórdida calle del Soho y empieza a permitirse todo lo que como Jekyll nunca pudo. Primero el tabaco, el alcohol y Gina. A ella le desagrada y asusta su nuevo "admirador" aunque no puede rechazarlo. Hyde le pregunta por un llamativo anillo que usa y ella cuenta que perteneció a los Borgia; se utilizaba para guardar veneno. Hyde se lo apropia.
Anticipándose a posibles complicaciones, Jekyll hace testamento a favor de Hyde para el caso de su muerte o desaparición. Lanyon y Utterson, presentes como testigo y abogado respectivamente, cuestionan el testamento. Jekyll se niega a dar explicaciones y estampa su firma; en su mano lleva el anillo de Gina.
Lanyon aconseja a Jekyll interesarse en Millicent. Él no lo oye y se hunde más y más en la disipación, sembrando un camino de víctimas. Gina es la primera. Hyde la echa a la calle tras un tiempo de convivencia y la joven no encuentra otra opción que convertirse en prostituta.
Mientras más malo, más feo y deforme se hace Hyde. Entonces Jekyll, saciado y agotado, pide matrimonio a Millicent pensando que su "buena" influencia contendrá los anhelos perversos de su alma. Por un tiempo parece hacerlo, pero luego Hyde resurge y más canalla y repulsivo que antes: Más sucio, más encorvado, con la cabeza deformada en una especie de cono, el cabello grasoso, las facciones muy marcadas y mirada diabólica.
En un antro de mala muerte Hyde se reencuentra con Gina. Maltratada por la mala vida, la antigua bailarina es una sombra de lo que fuera. Hyde se burla cruelmente de ella y de otra prostituta y pide una más joven. La aterrorizada muchacha, impotente, se somete al abrazo del cada vez más horrible, salaz y perverso Hyde.
Sumido en esta vida de libertinaje, Jekyll casi no visita a su novia y Carewe decide averiguar el motivo.
De regreso de sus correrías nocturnas, Hyde choca en la calle con un niño al que pisotea adrede. El libertino ya es un monstruo depravado. Carewe y Utterson intervienen y el villano ofrece dinero al padre del niño pero por error firma el cheque con el nombre de Jekyll, confundiendo a los dos amigos.
Alertado por los recientes acontecimientos, Jekyll comprende que Hyde amenaza apoderarse por entero de él. Carewe lo visita en el laboratorio y cuestiona su relación con Hyde. Enojado, Jekyll lo acusa de haber sido él quien lo corrompió induciéndolo al mal, y entonces sucede lo inesperado: Se convierte en Hyde sin beber la pócima. El monstruo se abalanza contra el sorprendido y aterrorizado Carewe y trata de estrangularlo; el hombre huye seguido por Hyde, que lo atrapa, lo muerde en el cuello y lo mata a bastonazos con alegre placer. Enseguida corre hasta su habitación en el Soho para quemar papeles y el bastón incriminatorios. La policía, alertada por los sirvientes de Jekyll, sigue su rastro. Hyde vuelve al laboratorio y mezcla la fórmula para retornar a ser Jekyll cuanto antes. Luego se reune con los demás, incluida Millicent.
Por la noche Jekyll experimenta una horrible pesadilla en que Hyde, bajo la forma de una araña gigante, se arrastra hasta su cama y entra en él. Es Hyde quien despierta. Ahora no hay duda de que la parte mala ha tomado el control.
Agotada la reserva de la pócima que le permite contener la transformación, Jekyll se encierra en el laboratorio por días negándose a ver a nadie. La desesperación lo pone al borde de la locura; luce demacrado, ojeroso y desaseado.
Pensando que la ingenua Millicent ayudará en algo, Lanyon y Utterson la llevan con Jekyll. Pero cuando la joven llama a la puerta del laboratorio y Jekyll va a abrir, empieza la transformación. Sabiendo que el maligno Hyde agredirá a Millicent, el angustiado Jekyll sólo ve una manera de salvarla: Rápidamente ingiere un veneno que guarda en el anillo de Gina. El tósigo actúa con algo de lentitud y Hyde abre la puerta. Millicent entra y se enfrenta al lascivo Hyde, que la abraza con la intención de forzarla. Afortunadamente el veneno cumple su función antes de que el malvado pueda convertir a la muchacha en su víctima.
Millicent huye del laboratorio y Utterson entra y ve el cadáver de Hyde convirtiéndose en Jekyll, otra vez limpio, saludable, hermoso y sereno. Comprende todo y al ver el anillo dice que el sacrificio de Jekyll por Millecent fue su expiación.
Una película de engañosa ambiguedad; tuve que visualizarla un par veces para llegar a apreciar su magnitud temática: Las máscaras sociales, el libre albedrío, el autoengaño, los contrastes de clase y moralidad, la dicotomía entre el libertinaje y la castidad, la ciencia y la religión... Doctor Jekyll y Mr. Hyde toca todo esto y más. Tras su propia máscara de película de terror hay una profundidad mayor.
Pero antes que nada es una gran película de terror. La ambientación victoriana, brumosa y oscura, prefigura el paisaje y la atmósfera de las exitosas cintas terroríficas de los años 30 (Drácula, Frankenstein, El hombre invisible...), también adaptaciones de obras literarias británicas, además de definir las posteriores versiones del libro: Jekyll como un hombre joven y bueno, Hyde como un monstruo espantoso, y la inclusión de un interés amoroso.
John Barrymore es absolutamente convincente, lo entrega todo en su compleja caracterización del apuesto, amable y caritativo doctor Jekyll reconvertido en el espantoso, malvado y despreciable Hyde. Su talento actoral y atractivo físico es primordial para mantener la película, sin Barrymore no funcionaría tanto.
La memorable escena de la transformación sigue sorprendiendo. Barrymore oscila con efectividad entre el desenfreno y la mesura; se agita convulsivamente, gesticula, se desordena el cabello... Y así, los bellos y delicados rasgos de Barrymore se crispan en el rostro viciado de Hyde.
Del resto de actores destaca la futura vampiresa Nita Naldi, espléndida como la bailarina atraida por Jekyll y arruinada por Hyde. Los demás sólo cumplen con sus roles de comparsas de Barrymore.
La película fue un éxito de taquilla y crítica y catapultó a la fama a John Barrymore, Nita Naldi y Martha Mansfield. El director John S. Robertson desarrolló una carrera más discreta, sin embargo consiguió dirigir otros dos filmes dramáticos imprescindibles: Tess of the Storm Country (1922), con Mary Pickford, y la obra maestra Captain Salvation (1927), con Lars Hanson.
Doctor Jekyll y Mr. Hyde es una película que ningún aficionado al cine silente y el terror clásico puede ignorar. Para los admiradores de John Barrymore su visionado es obligatorio. Él es simplemente extraordinario y como Jekyll su hermosura se ve resaltada con los elegantes trajes de caballero victoriano:
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| El Jekyll más guapo y elegante del cine. |
Encontré estos dibujos de Jekyll y Gina en Pinterest.
¡Este otro lo realizó el propio John Barrymore!:
Total y absolutamente recomendable.
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